El recorrido se inicia en nuestro occidente más cercano y reconocible, León. Los escultores leoneses se adueñan del gran patio de la Fundación de Santibáñez de Porma. Artistas de la tierra, del prestigio de Amancio González, reconocido nacional e internacionalmente. El original ensamblaje de piezas recicladas en las esculturas de Juan Carlos Uriarte. Carlos Cuenllas con sus creaciones en busca de la estética de la materia industrial o las oscilantes obras que Santocildes compone en sus volúmenes, con madera trabajada hasta la ductilidad. Los sutiles móviles de Jesús Martínez y las piezas del joven y creativo David Roa completan la muestra.
Pintura y fotografía
La capilla volverá a llenarse de espiritualidad con las obras de Vicente Molina Pacheco. El sacerdote, finalista del Premio Nacional Reina Sofía, este mismo año nos muestra su colección ‘Lux Abscondita’. Una gran serie que se exhibe, durante esta cuarta temporada, en la Fundación Merayo. En sus obras, el artista logra «crear otras realidades que sugieren trascendencia», tal y como describe el doctor en Historia del Arte, Jesús Alonso Romero. Porque «el arte, la búsqueda y contemplación de la belleza plástica es una de las vías que puede mover al hallazgo de la espiritualidad». Y esa es, precisamente, la senda que nos muestra Vicente Molina Pacheco.
También el arte fotográfico está representado, en esta temporada 2017.
La colección ‘Ilógika’, del asturiano Norberto Nosti, refleja situaciones contradictoras y de tensión, a modo de juego visual. Unas fotografías que invitan al observador a convertirse en protagonista interpretando cada instantánea. Nosti, fotógrafo autodidacta, se define como «viajero, curioso, creativo e inquieto». Sus increíbles imágenes nos proponen una experiencia original, diferente e incluso divertida; su forma de interpretar la realidad a través de su objetivo.
Arte japonés
Oriente nos enseña otra peculiar interpretación de ese interior individual. Tres artistas japoneses llenarán la antesala de la capilla y los corredores de la Fundación Merayo.Shoji Harikae nace en Tokio en 1914 y muere en 2003, a los 88 años. Es uno de los grandes exponentes del arte japonés contemporáneo, cuya huella pictórica también se refleja en Occidente. La apertura de Japón al mundo, en la segunda mitad del siglo XIX y su consolidación a partir de la Segunda Guerra Mundial (en el pasado siglo XX), ofrece a sus mejores artistas la oportunidad de mostrar su arte en Estados Unidos y Europa. Reconocido con premios y honores en Japón, Shoji Harikae sale de su isla en 1970, el año en que el Centro Rockefeller reconoce su obra y exhibe una amplia colección del artista nipón. Una década crucial en su trayectoria, en la que comienza a ser reconocido en Europa. En el año 74 expone en Alemania Oriental y, en ese mismo año, realiza su primer viaje a España. A partir de ese momento, su obra se impregna de las influencias de Miró y Picasso.
Ahora, en su nueva temporada 2017, la Fundación Merayo exhibe una importante muestra del pintor japonés, en la que la geometría y la intensidad del color atrapan a sus admiradores.
Maiko Maeda llega desde Kioto. Sus exposiciones individuales en Tokio, Nueva York, Pensilvania, San Petesburgo, Armenia o Madrid son frecuentes. La pintura de Maiko Maeda queda definida por su pasión colorista y una experimentación constante. Una artista inscrita dentro de la abstracción informalista.
Tampoco Sousai Inada y sus grafías negras podían faltar en esta colección de la vanguardia japonesa. Inada es el actual director de la Escuela Bokujin creada por Shiryu Morita, el gran artista japonés que dio lugar al nacimiento del arte abstracto occidental.
Tres pintores nipones que continúan aportando su personalidad propia al arte occidental, mientras se nutren intelectualmente de las tendencias americanas y europeas.