
El nido lo construyen en una horquilla inaccesible en lo alto de una rama lejos de miradas indiscretas. Las fotografías que ilustran este artículo fueron tomadas gracias a la instalación de un sistema de andamios de unos doce metros, a la altura del nido en lo alto de un roble. El aguardo en lo alto de la torreta, se movía constantemente por la acción del viento, y al bajar el mareo me duró un buen rato.
El macho colabora en la incubación y en la alimentación de los pollos mediante el aporte de insectos a la hembra que lo distribuye entre las crías con una suavidad y ternura increíbles. Esta ternura contrasta con su carácter agresivo con otros machos y otras especies, incluso de mayor tamaño.
Los pollos de oropéndola son nidófilos, esto es, abandonan el nido nada más que pueden, normalmente a las dos semanas de nacer, permaneciendo en ramas próximas a él, donde son alimentados hasta su emancipación.
Una característica muy curiosa de la oropéndola, es que casi nunca se posa en el suelo. Incluso bebe las gotas del rocío o de la lluvia de las hojas, evitando en la medida de lo posible bajar a tierra. Eso dificulta a los fotógrafos la tarea, aunque su pasión por ciertos frutos rojos como cerezas o por los higos, o las uvas, las hace descender no sin poco esfuerzo a una altura razonable para poder fotografiarlas.