Y cuando lo dices en aquellas tierras, enlos pueblos «en su interior» de Valdeón y Sajambre recibes una respuesta muy parecida a esta: «Ya se nota, por eso no nos hacen ni caso». Seguramente no les falta razón.
Al menos no les falta en un sentido, sus historias, sus vidas, sus afanes diarios, han sido los grandes olvidados de este siglo. Picos está ahí, sus montañas también, ¿y sus gentes?
El libro que el próximo domingo (día 16) ofrece La Nueva Crónica a sus lectores trata de responder a esta pregunta, habla fundamentalmente de sus gentes y pequeñas historias, de los nombres propios de la gente común —pero extraordinaria— de Valdeón y Sajambre. Se titula ‘Ciento y Picos’ en referencia este siglo de vida; pero el subtítulo centra aún más la mirada en sus habitantes: ‘Paisanaje e historias de un siglo de Parque Nacional’, que han sido por tres grandes conocedores, defensores y divulgadores de aquella tierra —Isidoro Rodríguez Cubillas, Ana Isabel Martínez de Paz y César de Prado Malagón— y un redactor de esta casa, Fulgencio Fernández, una cordada sólida para un proyecto en el que reconocen que han «disfrutado mucho escribiéndolo».
¿Quedan muchas historias que contar en aquellas tierras? Por supuesto. Desde el propio fundador del parque Nacional, un marqués —el de Villaviciosa— que fue asimismo el primer medallista olímpico español en la cita de París en 1900, un hombre vehemente en sus conviciones que sacó la pistola en el Parlamento o pidió exención de tasas para la sidra; un pastor, El Cainejo, su guía, acostumbrado a escalar descalzo o en madreñas que se unió a este hombre que recorría media Europa para comprar las mejores cuerdas y botas; un perdido pueblo del Valle de Sajambre donde los niños miran al cielo con telescopio y conocen antes que nadie el telégrafo; otro pueblo, Caín, en el que los vecinos no mueren… se despeñan o encuentran una ayuda a las mermadas economías de las familias vendiendo a las farmacéuticas la tila de sus árboles, que ellos llaman teja; visionarios, un geógrafo que también es espía; 200 vecinos del valle que acabaron como pastores en Estados Unidos, haciendo un trabajo que casi nadie quiere... o las nietas de El Cainejo, casi dos niñas, Mª Isabel Pérez y Teófila Ga, que fueron las primeras en escalar el mismo lugar en el que su abuelo también fue el primero en llegar —con El Marques— el Naranjo.
La historia de Fonsu Martínez, el guía por antonomasia de Picos, miembro de una saga aún en activo, y que nació con el gran Víctor Martínez Campillo. Las historias del resto de los guías y lugareños: Andrés Espinosa, Agustín Pérez, Bonifacio Sadia, Manuel Martínez, Manolín Mier... También se niega alguna leyenda, como la de las botellas de vino.
Gentes que protagonizaron grandes gestas para derrotar a la mismísima intemperie y los azotes de la naturaleza. Gentes para no olvidar.
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