Valentín Aldeano, de ‘La Venta La Zorra’, le debía "dos vidas a la muerte"

La Venta del Aldeano fue para todos los comarcanos ‘La Venta la Zorra’ y Valentín el más singular dueño, contador de historias y una vida de novela

12/05/2024
 Actualizado a 12/05/2024
Inolvidable Valentíbn, genio y figura, ahí hablando por el viejo teléfono de la que oficialmente es la Venta de Aldeano y para todos ‘La Venta La Zorra’. | MAURICIO PEÑA
Inolvidable Valentíbn, genio y figura, ahí hablando por el viejo teléfono de la que oficialmente es la Venta de Aldeano y para todos ‘La Venta La Zorra’. | MAURICIO PEÑA

Estabas sentado en la terraza de La Venta de Aldeano (entre el cruce de Valdeteja y Tolibia) y aparece Valentín, 90 años, de apellido Aldeano, en madreñas, riñendo con las gallinas que se salen del corral —«cuando venga el zorro llamáis al obispo de Astorga, que yo ni caso)»—y en madreñas se sube al Land Rover y en madreñas lo conduce. Vuelve a los pocos minutos, se sienta en la mesa de al lado y parece estar ensimismado hasta que pasa un autobús de la empresa más famosa del norte.  

- Ahí va ‘matapobres’, ¡mira qué rumboso!

Acaba de arrancar la máquina de contar historias, parecen increíbles pero las ha vivido el paisano, que explica lo de ‘matapobres’: «Es que yo fui taxista, como otros muchos por los pueblos, llegó éste y nos echó a pedir a todos».

- ¿Y lo de la Venta de la Zorra?

- No es lo que piensas, que ya te veo venir. No es la Venta de la Zorra, es la Venta La Zorra, que no es lo mismo. Es que cuando abrí, aquí en el descampado, la gente se sentaba y vino alante y más vino, otra jarra, salían a gatas y al día siguiente decían «¡vaya zorra que cogí donde Valentín!». Y con la zorra se quedó. 

Y uno de los que un día quedó atrapado, pero por la nieve, fue el Gobernador. «Venían de arriba, pararon a cenar y dio en nevar. Cuando fueron a marchar el Mercedes oficial ni pa dios con la nieve. Les saqué con el Land Rover y me dijo el paisano: usted Valentín, lo que quiera, no tiene más que pedir».

- ¿Y pediste?

-  Al día siguiente estaba en el Gobierno Civil antes que él. Así nació la Denominación de Origen Queso de Valdeteja, que solo fabricaba yo, solo vendía yo y era yo.

- ¿Sin conocer de nada el queso?

- No coño, lo había comido cuando estuvo, bien sabía que era bueno.

Pero ésas ya son historias cercanas de este paisano , que había nacido en Arintero, había emigrado a Europa pero «volví nada más que tuve perras parta montar La Venta, que allí se gana dinero pero aquello ni es vida ni es nada, para vivir así vale más morirse».

- ¿Y lo de taxista?

- Pues hice 10 millones de kilómetros; la cuenta es fácil: Siempre tenía un Land Rover, para la nieve, tuve 10 y a cada uno le hacía un millón de kilómetros... pues echa la cuenta tu que habrás ido a la escuela.

En este oficio fue chófer de Juan Benet, cuando estuvo de ingeniero en el pantano;aparece en Los Bravos, la novela de Jesús Fernández Santos y en medio de tantas aventuras deja caer algo que supera todo lo contado: «¿Sabes que le debo dos vidas a la muerte?».

- Explica, explica.

- Cosas de la guerra. Dos veces me llevaron a fusilarme, la primera les di pena porque era un niño (nació en 1922) y la segunda me tiré de la camioneta en marcha, ni me mataron ni me maté, un milagro. 

Después añadía que había pasado un cáncer con 90 años y concluía con la gracia que tenía para todo: «Por eso doy en pensar que igual no me muero nunca, ya libré tres veces». 

No tuvo esa suerte. Falleció a primeros de mayo de 2016 con 94 años y una vida de novela, en la que no le faltó el éxito económico de buen negociante que era;: «hasta una dehesa tengo en Salamanca»... y queso en Valdeteja.
 

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