"Vecinos entre arados, trillos, bieldos, carros, cerandas, romanas, guadañas"

Jesús Díez recoge en un libro fotografías de vecinos de todos los pueblos del Curueño

Fulgencio Fernández
24/07/2023
 Actualizado a 24/07/2023
| JESÚS DÍEZ
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Esa galería de personajes del Curueño que se conforma en 'El Curueño, donde la luz es memoria', es, a su vez, una galería de vidas y de oficios, los hay de todos los que conformaron aquella vida: muchos ganaderos, agricultores, madereros, mineros... pero también otros como Tomasín, "el caramelero de tu infancia" o Basilio el luchador. O Eufemiano, el famoso Topo de La Mata, de quien Díez no ha querido sacar una fotografía sino un collage de recuerdos y el recuerdo de su testimonio: "Que ganes o que pierdas una Guerra Civil no trae nada bueno. Yo estuve escondido como un “topo” por debajo del suelo de la cuadra, en una fosa del tamaño de la sepultura para mi cuerpo. La cavé yo y los familiares para esconderme y que no me cazaran. (...) Así estuve enterrado en vida durante diez años", hasta el punto de que cuando se entregó quiso correr a abrazar a los vecinos... "Me fue imposible, mis brazos y mis piernas estaban totalmente entumecidos".

- De muchos se podría hacer una novela; señala Jesús Díez y se hace difícil dudarlo después de escuchar muchas de las historias que nadan en las aguas del Curueño. "Es una gente y una forma de vida que me queda muy cercana. Es la forma de existir en la que yo mismo he vivido al lado de padres, abuelos, paisanos de este territorio de la Montaña y la Ribera del Curueño".

Los textos que acompañan a las imágenes, a las fotografías de los afluentes humanos del Curueño, están escritos en una prosa muy poética, en la que late el poeta que Jesús Díez comenzó siendo y nunca ha abandonado el género. «Los textos en una prosa cercana a la poesía son una creación, no para los fotografiados, sino que surge como necesidad de expresarme en el mismo territorio de ellos, bañados por las mismas aguas, pisando la misma nieve y arañando el mismo carbón, viajando en el mismo tren Hullero".
- ¿Y las propias fotografías?
- En el acto de fotografiar hay un ejercicio de acercamiento, de compromiso con lo que voy buscando. Quiero contar en imágenes una cultura invisible ya, desaparecida, una cultura sabia, lúcida, arraigada al lenguaje de la tierra, del río, de lo más esencial de la vida, de las virtudes del individuo en convivencia con otros seres, sus vecinos. El río Curueño y sus afluentes humanos, fueron para mí una escalera de conocimientos por la que aprendí a bajar y a subir, a caerme y a levantarme, a abrazar la duda y el existir.

Y en ese empeño de hacerles un retrato con alguno de los elementos que marcaron su vida diaria a orillas del Curueño, recuerda Jesús que aparecen perpetuados "En los molinos, cantinas, corrales, cocinas de horno. Con los arados, trillos, carros, bieldos, cerandas, romanas, aventadoras, cestas de vilorta, guadañas, hoces mudas colgadas en las grietas de los adobes. He intentado salvar su memoria, en esa luz que es la fotografía, retener el instante, trazar la geografía nacida de sus deseos y los míos".

Todo un mundo, muchos mundos, comprimidos en las páginas de ‘El Curueño, donde la luz es memoria’.
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