- Yo fui el último ganadero de leche, lo tuve que dejar porque era una ruina; lo explica Paulino Fernández, ganadero ahora de carne y presidente de la Junta Vecinal.
- Pues ahí cerca hay un edificio que dice Lechería.
- Ya, pero como museo, ya que no queda leche... que quede su historia.
Nos lo enseña su madre, Elena González, que aliña la visita la visita con numerosas historias cargadas de vivencias personales pues en la casa siempre fueron ganaderos, y sabe lo que es cuidar las vacas, ir a la hierba, ordeñar a mano...
- Era lo que había. Y ya no queda ni un ganadero de leche.
El pequeño local, muy cuidado y limpio, con una maquinaria que es la original de la fábrica. «Sólo ha habido que limpiarla y poco más, estaba en muy buen estado, las cosas de haber estado abandonada; explica Paulino, quien cree que «no llega a diez lo que lleva abierta desde que decidimos recuperarla».
Apenas han añadido unos paneles, que no hacen mucha falta pues tiene mucha más ‘gracia’ la memoria de quien lo ha vivido.
Una lechería comunera
La antigua lechería de Viadangos, «cerrada por los años sesenta», mantuvo una importante actividad vinculada a todos los ganaderos de leche. «No era particular, la gestionaban entre todos los que eran ganaderos, que se iban turnando en su gestión».La actividad principal de la lechería consistía en recoger la leche de los ‘comuneros’ —algo muy importante en los inviernos con nevadas que harían muy difícil sacarla de este pueblo donde «caían unas nevadas para verlas»— y después transformarla, fundamentalmente en manteca, «buenísima», ni que decir tiene. «Aquí trabajábamos con la Mantequería de Arias. Bajábamos la manteca que habíamos fabricado hasta Villamanín, al tren, y desde allí ya iba para Madrid».
- Lo que sacarían de aquella manteca, con lo riquísima que era.
Y sabe de lo que habla Elena González, que también recuerda el manjar que era para las familias aquella manteca pura «que sólo había que untarla en una rabanada de pan de hogaza y echarle un poco de azúcar por encima... Esas cosas ya no se hacenen la actualidad».
Como ya no se hace la manteca en la Lechería de Viadangos, donde queda como testigo de aquellos tiempos el edificio, los bidones, el medidor, las mazaderas, los frascos para las muestras y hasta el aceite para .las máquinas...
El aroma de la historia está allí. La historia ya es dibura.