Vida

Segunda entrega del serial literario dominical 'Senderos de expiración'

Nuria Crespo y José Antonio Santocildes
19/01/2025
 Actualizado a 19/01/2025
Senderos de inspiración.
Senderos de inspiración.

Vida... Sus vocales y consonantes ruedan por nuestra garganta miles, tal vez millones de veces a lo largo de nuestra efímera existencia y a la menor ocasión, convirtiéndola a menudo en una vulgar palabra sin relevancia alguna, en un verdugo sin compasión, en tristes vocales y consonantes carentes de sentido. Sus dos mágicas sílabas han hecho correr ríos de tinta a lo largo de la historia, siendo la protagonista de algunas de las reflexiones más cruentas y descarnadas, así como de las más dulces y poéticas.

Vida... Esas dos sílabas nos acompañan desde que nacemos, nos perforan con el yugo de lo efímero y nos recuerdan a cada paso que damos que ya nos queda un poquito menos de ella. Vida... Palabra corta en extensión, vasta en significado y antónimo de la muerte, se balancea con gracia sobre las ramas de los árboles como un agónico suspiro, tan breve, tan intenso, contemplándonos incesantemente con justificado recelo.

Vida... nos observa en la distancia, pero siempre al acecho, sentada en su frío trono de metal, desde la montaña más elevada rozando el límite con el cielo, para comprobar como la ignoramos, como la desaprovechamos, como la malgastamos, día si, día también, con la ignorancia de quien piensa que ella insuflará por siempre su cálido aliento en nuestras venas.

La vida nos consume en la llama del fuego eterno, nos coloca en oscuras, húmedas e inexpugnables cuevas, nos sumerge en las gélidas aguas de los abismos más profundos, nos envuelve con la fuerza de huracanes furibundos y nos rompe en mil pedazos con su rayo más certero. La vida nos busca y nos olvida, nos tortura y nos solivianta, nos sube y nos baja, nos patea y nos redime en una incesante espiral de fuego en las venas. La vida nos curte en mil batallas, nos hiere de muerte en otras tantas y nos arrastra por la arena mientras exhalamos el que pensamos será nuestro último aliento. La vida nos abandona en inescrutables, fríos e intransitables senderos, nos genera angustia y nos hace gritar con sonidos que parecen emanar del más siniestro de los avernos. La vida nos obsequia con sus mejores tormentas y nos desnuda en las gélidas noches de invierno sin un atisbo de compasión. La vida nos engaña con deliciosas promesas que no tiene intención de cumplir y nos encandila con dulces cantos de sirena para hacernos caer en sus trampas más despiadadas. La vida nos descuartiza, nos pone de rodillas cuando menos lo esperamos y se ríe maliciosamente en nuestro oído mientras nos susurra que ha vuelto a ganar la partida... una vez más.

Sin embargo, la vida también nos mima, nos mece y nos refugia entre el más cálido de sus abrazos. Nos apacigua y acaricia con el amor propio de una madre. Nos besa en la boca y nos anima desde el privilegio de la primera fila. Nos sostiene y nos cuida, nos guía en los momentos más duros, en los días más grises y también en los instantes más desesperados. La vida es magia, es milagro, es juego y es azar. La vida es arte, es instinto, es música y pasión. La vida nos aplaude y nos completa, nos resguarda e ilumina con el brillo cegador de mil estrellas, como si las hubiera creado por y para nosotros. La vida es una suave brisa jugando con tu pelo, es la sonrisa de un desconocido y tu canción favorita sonando inesperadamente. Es el calor de una mano, una palabra de consuelo y un apoyo sincero. Es la carcajada despreocupada de un niño, la mirada amorosa de un cachorro y también tus ganas eternas por vivir. La vida es una lágrima de alivio, un peso menos sobre tus hombros, es rayo y es trueno, es cielo y nieve, delicadeza y color.

Por tanto, fluye con ella, adáptate a sus vertiginosas curvas y a sus temibles acantilados, zambúllete sin miedo en sus épicas olas, bucea libremente en sus prístinas y cálidas aguas, disfruta en la cima, sonríe en las tormentas, mécete con el viento, soporta la marea, siente la lluvia, ciégate con el sol, disfruta en las tardes de verano pero también en las de invierno... Baila solo, baila con ella, cuéntale cómo piensas enfrentarla y entonces comprobarás que no es tan fiera como tú creías.

VIVE, vive para darle a cada uno de tus días el suficiente significado para hacerlos merecedores del arte de vivir. Vive desde el honor, desde la magia, desde el asombro. Exprime tus minutos, exprímelos al máximo, exprímelos hasta su último hálito de vida, exprímelos deprisa pero saboréalos despacio, saboréalos en la calma del deleite, en la certeza del milagro que supone estar vivo, que supone vivir. Vive cada día como si tu tiempo hubiera expirado ya.

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