Ya está a la vuelta de la esquina el primer sábado del mes de marzo y esta fecha supone, desde hace 25 años, la celebración de una recuperada tradición por las calles del viejo León: las marzas, esas rondas leonesas de esta fecha que se celebraron en muchos pueblos de la provincia —y un número de provincias cercanas— y el grupo de música y bailes tradicionales Aguzo tuvo la feliz iniciativa de recuperarlas en la capital de la provincia.
Entre estas tierra cercanas que comparten celebración están Asturias, Cantabria, Palencia, Burgos o el País Vasco, con características similares.
Será a la hora habitual de esta cita, las ocho de la tarde, cuando los miembros de Aguzo y todos aquellos que les quieran acompañar —generalmente muchos— se congreguen en la Plaza de San Marcelo y allí de comienzo la tradición si la autoridad competente lo autoriza. Que más le vale que sí, teniendo en cuenta la educación con la que se lo piden: «Con la licencia de Dios/ y la del Señor Alcalde / queremos cantar las Marzas / sin hacer perjuicio a nadie». El señor alcalde puede acudir en persona o delegar en alguno de sus concejales, que es lo que hace habitualmente, aunque tal y como está el panorama bien podría acudir a esta histórica tradición de las rondas leonesas. Si le ven dudar ante esta copla tal vez le añadan otra: «A esta plaza honrada / señores venimos / para cantar las Marzas / la venia pedimos. // Si las cantaremos / o las dejaremos / si son de su agrado / cantarlas queremos».
No está documentado que se le negara la venia en ninguna ocasión por lo que iniciará su recorrido por el viejo León al son de los bailes y las canciones preparadas por las gentes de Aguzo para la ocasión. No faltará, y no es tema menor, vino y queso de la tierra, pan de hogaza y, de postre, caramelos Ronchitos, lo que le confiere aún más leonesidad al acto.

Aunque son 25 los años que se celebran de la recuperadas tradición en la ciudad, realmente se celebra una muy antigua historia, de la que para documentar su origen siempre se cuenta con la autoridad incuestionable en estos asuntos de Julio Caro Baroja, que vincula su celebración en estas fechas de ‘salida’ del invierno con el origen del calendario romano. «Los mozos son los descendientes de los que en otra época salieron con motivo del comienzo del año o Kalendae Martiae cantando las llamadas martiae , que anunciaban la venida del primer mes del año dedicado a un dios de la agricultura, después de los meses purificatorios».
Este ‘martiae’ explica también que en los cánticos de las rondas de muchas comarcas hablen de ‘las martas’, como ocurre por ejemplo en el caso de Gradefes, como puede comprobarse en las coplas recogidas por ese gran estudioso de estas tradiciones que es José Luis Puerto: «Las martas, las martas, las martastolendas, non vinon de Francia ni de Inglaterra...» para continuar abordando asuntos propios de la comarca, como ocurre en otras versiones de otros numerosos pueblos que las celebraban y algunos de ellos han ‘pasado’ por ediciones anteriores. «Atentos señores/ que son cosas bellas/ las martas, las martas/ las martas calendas.// Non vinon de Francia/ ni de la Inglaterra/ que Dios nos las unvía/ del cielo a la tierra», dice otra versión muy similar, con otra gracia.
Lucas Morán
Hemos señalado el inicio de la ronda ‘con el permiso de la autoridad’, pero antes de iniciar los bailes y los cánticos, también el grupo Aguzo elige a algún pregonero de la cita, alguien que cante sus bondades —o lo que estime oportuno— e invite a recorrer las calles. Se admite otra parte de la tradición, que es dar donativos (el aguinado) a los que van en la ronda, que así quedaba recogido en alguna de las coplas: ««Y ahora de aguinaldo / danos un tocino, / veinticinco huevos / y un real para vino».
Igual los veinticinco huevos son muchos para los pocos gallineros que quedan en la ciudad y solo un real es poco para el precio que tiene el vino.