"Ya hay más esculturas que vecinos, en invierno somos seis"

Paulino Fernández es el presidente de la Junta Vecinal de Viadangos de Arbas que, "poco a poco, en invierno sobre todo", va llenando el pueblo de esculturas que él mismo realiza, la mayoría de ellas sobre los propios árboles del pueblo

21/07/2024
 Actualizado a 21/07/2024
Paulino Fernández, presidente de Viadangos, y la obra ‘Celestina’, en homenaje a la mujer rural. | F. FERNÁNDEZ
Paulino Fernández, presidente de Viadangos, y la obra ‘Celestina’, en homenaje a la mujer rural. | F. FERNÁNDEZ

«El invierno es muy largo y la cabeza da muchas vueltas, y a mí me gusta esto de las esculturas y empecé a hacer... ya serán más esculturas que vecinos porque en invierno somos seis».

- ¿De qué edad?

- Yo soy el más joven. Y los otros andan de los ochenta para arriba. 

Es Paulino Fernández García, el presidente de la Junta Vecinal de Viadangos de Arbas, quien al hacer el repaso de las obras que ha ido sembrando por el pueblo comprueba que «ganan» las esculturas a los vecinos, de invierno, que «esta semana han sido las fiestas y somos alguno más. Pero en invierno nieva mucho, que esto está muy alto».

- Está Celestina, que es un homenaje a la mujer rural; el San Antón de al lado de la iglesia; un Cristo en un chopo antes de ‘la puente’; una cara muy llamativa en otro chopo en el mismo camino; la casa del Ratoncito Pérez, ahí donde el merendero de morrillos; el homenaje a los pastores que es el único de metal, de acero inoxidable, más las ‘casetas’ para pájaros que hay en numerosas fachadas de casas del pueblo... Ya te digo, el invierno es muy largo. 

Y se sienta sobre unos troncos de chopo que tiene secando. «Estos son los próximos sobre los que voy a trabajar. Ya los he cortado para que vayan secando».

- ¿Cómo los haces?

- A motosierra lo gordo, la mayoría, y después ya me meto con los remates...

- ¿Qué árboles usas?

- Pues los que hay, chopos y salgueras. Y tengo que amoldarme a ellos, por ejemplo, la mujer rural (Celestina) está un poco más delgada de lo que suele ser habitual por la zona, pero el chopo no daba para más. 

- ¿Y Celestina?

- Pues no me complico la vida. Está colocada delante de la casa de una vecina que se llama Celestina y es un buen ejemplo de aquellas mujeres que hoy andan por los noventa años y que merecen no un homenaje, cien, uno diario. Celestina, mi madre Elena, que vive al lado... todas. Lo que trabajaron esas mujeres, y más en pueblos como éste, que eran de pastores que, ya se sabe, marchaban a la trashumancia y se quedaban ellas con la familia, con el ganado, con todo...

También los pastores tienen su homenaje en el pueblo en forma de escultura, la de metal. «Viadangos es el pueblo de los pastores: Por decirte alguno, Manuel el famoso El Trota, el otro Manuel, Jamín, Gerardo, mi hermano Abel, que es el único que queda en activo... y el patriarca de todos ellos, el Tío Ziquiel, el del restaurante Ezequiel, que empezó en la ganadería y la mayoría de los que vinieron detrás estuvieron antes de criados para Ziquiel, bien merecido se tienen los pastores estar al lado de la mujer rural. Se complementaban unos con otras para sacar adelante a las familias.

Anda Paulino con el tractor de un lado para otro, preparando para comenzar la hierba, el trabajo más duro de los veranos. «Al menos lo era antes, ahora con la maquinaria, es duro, pero es otra cosa».

- Por ahí abajo está casi todo ya segado.

- Bien dices, por ahí abajo, pero es que Viadangos está más alto. Aquí se atrasa un par de semanas o tres, estamos a más de 1.300 metros. Y eso se nota, sobre todo en invierno.

Época que el presidente aprovecha para llenar el pueblo de esculturas y cuidarlo, es un empeño personal. «Al margen de los que estemos viviendo aquí, o que no tengamos bar, que ya se sabe que es lo que llama la atención, queremos que el pueblo esté cuidado, guapo, que sea una visita agradable para la gente que nos quiera visitar... y también tenemos un museo, la Lechería, que es pequeño, pero muy guapo. Antes lo enseñaba mi madre, pero ahora ella ya no puede, yo la estoy cuidando; pero el que lo quiera verlo que no deje de venir que lo verá, y merece la pena, como todo el pueblo.

No miente. El recorrido está lleno de rincones con sorpresa; por ejemplo, un buen número de fachadas de las casas lucen un artístico reloj/nido de madera, «los hace un primo mío»; o la casa del Ratoncito Pérez, al lado de la salida de una ruta de montaña que tiene un singular merendero. «La casa es un recuerdo para los niños que vienen, que recuerden la leyenda, que dejen su diente y visiten la casa... y el merendero, es cierto, es imposible que lo roben pues está hecho con enormes pedruscos que aparecieron cuando las obras del pantano de Casares».

Y allí, en medio de una huerta pública, aparecen dos singulares mesas con sus asientos, de muchas toneladas de peso. «Llévalos si quieres», dice con una sonrisa burlona.

No solo las obras «públicas» realizadas por su presidente sirven para lucir el pequeño pueblo del municipio de  Villamanín, también otras obras colaboran en ese ambiente agradable, como la restauración que Paulino ha realizado en el molino de su propiedad, el primer edificio que encuentras cuando llegas a Viadangos por la carretera ‘que muere’ allí. «Ya no tenía la utilidad de molino pero sí esa gracia que tiene estar al lado del río. Lo he restaurado tipo cabaña y la verdad es que se detiene mucha gente a verlo y a fotografiarlo».

Y muy cerca... una obra en piedra, la Cruz de la Foiz. «Para recordar a los vecinos, hombres y mujeres, que hicieron la carretera a hacendera desde el puente, que no la había, era un camino,y ellos la hicieron». 

Eso es lo que le gusta al presidente, que la gente visite y se detenga en Viadangos, explicarte cómo la mujer rural merece todos los homenajes que se le hagan... «no así los de Adif, que menuda avería nos han hecho con lo de la variante de Pajares».

Pero ésa es otra historia. Paulino, a lo suyo: «Como dicen las mujeres, si no pasa nada, tengo en mente más». 

Archivado en
Lo más leído