Con un origen desconocido que se ha querido enlazar con los sistemas de creencias, costumbres y organización social prerromanos y un uso religioso y militar, el origen de los pendones parece más relacionado con un uso militar y la necesidad de enarbolar una enseña para guiar a colectivos en enfrentamientos y contiendas. Con el tiempo los pendones han perdido su carácter original y pasan a tener un carácter eminentemente social identitario de carácter ceremonial y religioso, utilizándose en celebraciones como romerías y rogativas, especialmente a partir del siglo XVII.
Atendiendo a su carácter inmaterial, se define como objeto de la declaración el conjunto de atributos que constituyen la tradición y esencia de este hecho cultural, que garantizan su pervivencia y el papel activo de la sociedad, y constituyen un referente identitario de la población que lo ha impulsado.
Conservado y extendido por todo el territorio del antiguo Reino de León, el empleo de los pendones concejiles continúa activo e impulsado por determinados colectivos sociales que están desarrollando una destacada labor, en aras al mantenimiento de su uso, catalogación y conservación. Es la comunidad como parte activa en la custodia y transmisión de esta tradición, la que otorga especial significación a esta declaración de Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial.
Desde un punto de vista patrimonial, no procede una valoración individualizada como objeto o elemento material de valor etnográfico, histórico o artístico, dado que su relevancia viene dada por el significado que transmiten, su uso y el concepto de comunidad que aglutina este objeto. Es decir, el sentimiento de unidad de una comunidad en la celebración de un acto de participación colectiva.
En la actualidad han sido catalogados más de medio millar de ejemplares de pendones concejiles, conservados y custodiados en los distintos pueblos del antiguo Reino de León.