— ¿Cómo va la cosecha de tíos para el taller? ¿Mucho trabajo en el desguace este año?
Cuando le voy a contar aparece Víctor Llamazarescon el brazo en cabestrillo, directamente desde el hospital; y, le explico., «tampoco está Moisés, ni su primo Samuel; ni Guille el de Valdeón, que estaba haciendo un gran año; ni Rodri, seguramente con esguince de fiesta; no estaba Jesús Quiñones; Víctor J. está pero mejor no estaba; Unai anda con la espalda así así...».
El paisano queda pensando en la lista y ya están en el corro los de ligeros, en el que Fer sigue con el ojo morado y le toca en la primera vuelta con Rubén Cerezal, el de Corcos, que pronto muestra que viene con muchas ganas, para alegría de su padre que desde la grada sonríe cuando vuelve a sacar otra mediana de las de la casa, ya en la siguiente ronda, ante Jorge Iglesias.
El de Corcos respira jadeante después de dos combates duros. Pero es de Corcos. Y se mete en la final derrotando a Jesús Martínez, que resbaló en una de las caídas unos segundos después de haber llovido.
Ya estaba Rubén en la final. Y por el otro carril había llegado el habitual, David Riaño, el dominador, al que bromean: «Así cualquiera, teniendo a tu hermana Bea que te enseña».
— No lo dudes que me enseñó muchas cosas; dice este chaval con una lucha tan valiente y variada como las sangres que le alimentan: Nava de los Caballeros, Gradefes, Cistierna o Santa Marina de Valdeón. Así cualquiera. Y se llevó la final. Contra su mezcla y su calidad chocó el chaval «made in Corcos», que ya había cumplido con suficiencia el lunes pero lo intentó y hasta le arrancó una caída, media.
Una final triste
Lo que no imaginaba el paisano del desguace es lo que se acercaba, en medios, con solo seis luchadores presentes como fruto de tanta gente en el dique seco. Arrancó con dos combates muy bellos, entre Adrián Fierro y Carlos, primero, en el que Adri tuvo que remontar y un espectacular Chelín-Busi, que bien parecía un tutorial de cadriladas. Sacó una Chelín, se la devolvió Busi con la impresión de que llevaba grabada la frase «donde las dan las toman» y remató un Chelín que parecía querer demostrar que lo de ganar en Prioro no fue una casualidad; aunque cayó en semifinales con un Adrián Fierro que parecía el de las tardes ‘Fierro’. Recordaba a aquella victoria en Lillo en ligeros, con el gran Bernardo en la grada, que comentó: «Ahí hay un luchador».
Así se metió en la final, donde le esperaba su tocayo el de la Sobarriba, el líder, que venía de derrotar a El Ingeniero. Según pitaron los árbitros Adri Fierro se desató. Todo apuntaba a una tarde grande, con Fierro adelantándose con caída y media pero...


Así las cosas a la final llegaron los más fuertes y los más enteros: Pedro Alvarado, que va haciendo cuentas de la liga que se le pone a tiro; y Caberín, que va a disfrutar de algunos corros y a recordar que no se gana lo que él tiene en la tómbola. Dejó en la cuneta a un Unai siempre motivado pero no pudo hacer doblete —después de ganar en Prioro—porque Pedro Alvarado estaba más fresco, más joven, más motivado y mas necesitado. Y así sigue «al grano» el de Cistierna, como un kamikaze.
Y punto final al maratón. Llegar a la meta siempre ha sido un logro en los maratones, en éste también.