Corro de Boñar: Estando en la grada Uco... Tomasuco

Emotiva victoria de Tomasín ante su abuelo Uco; Victor sigue invicto, Adri derrotó a La Roca y Alvarado sumó otro corro

Fulgencio Fernández
17/08/2021
 Actualizado a 17/08/2021
Tomasuco va a por rodas siempre pero estando su abuelo Uco en la grada mucho más. Lo dejó claro y se deshizo de Rodri en muy pocos segundos. | MAURICIO PEÑA
Tomasuco va a por rodas siempre pero estando su abuelo Uco en la grada mucho más. Lo dejó claro y se deshizo de Rodri en muy pocos segundos. | MAURICIO PEÑA
Tomasuco es el nombre de guerra de Tomás González. Y es el resultado de la suma de su nombre de lucha, Tomasín, y de aquel a quien más admira, su abuelo Uco: Así nace Tomasuco, un luchador ciclón, capaz de encadenar una maña tras otra como pocos, capaz de arrollar y luchar... Pero esas virtudes se multiplican cuando está en la grada Uco, tranquilo, de incógnito, callado... hasta que Tomasuco gana y él le entrega el premio, una tradición en Boñar, y ahí sí sonríe cuando aquel chavalín que ya es un paisano lo levanta como si él fuera el campeón. O reconociendo que tiene parte de ‘culpa’ pues su presencia en la grada y en Boñar significa mucho. También la de ese grupo de colegas que se hacen notar en esta cita... aunque menos que cuando sí había ‘grandes fiestas’.

Dejó claras sus intenciones Tomasuco pronto y ese esperado duelo con La Perla llegó tan rápido como se fue. En unos segundos. Visto y no visto. Se las prometía felices la grada pero en el camino, en semifinales, le esperaba otro luchador motivado, Rubo, de Valdorria pero también vecino de Boñar y al que la grada Tomás también animaba: «¡Rubenín, Rubenín...». El diminutivo era por hacer juego con el «Tomasín, Tomasín» pero nos ofrecieron un combate de paisanos grandes. Vimos de todo. Maña y fuerza, juntos y por separado. Se pusieron a caída y media. Todo pudo pasar, incluso la última caída es de esas que la saca y lleva Rubo y le da la vuelta Tomás... a quien ya solo quedaba en escollo de la final con un sorprendente Unai de Campo, veteranísimo de Lillo, vecino de Euskadi donde se fue su padre a buscarse la vida y que ha aparecido  este año fuerte, en su pueblo y en Boñar, recordando a aquel chaval que ganó un corro en La Virgen.

Pero no parecía Tomás —después de tirar a Rodri y Rubo— dispuesto a que  le tosieran y se llevó la final con suficiencia, mirando para los colegas y dirigiéndose a la entrega de trofeos para  recogerlo de Uco, el abuelo Uco, de La Vecilla. Un histórico, de la lucha y la madera.

Si sorprendente fue el finalista de semipesados, Unai, la sorpresa grande al meterse en la final aún estaba pendiente y la regaló Pedro José Acosta, El Tigre de Santo Domingo, también con 48 años, el abuelo  de la competición, que se metió en la de pesados en una de sus mejores tardes de lucha, todo hay que decirlo, pues incluso se llevó el premio a la mejor caída. Derrotó a Rubén Fernández y, sobre todo, en la semifinal a Alex Fernández, de San Cipriano, para irse a la final ante el imprevisible, pero líder, Pedro Alvarado, frente a quien lo volvió a intentar, pero el de Cistierna no parecía dispuesto a dejar pasar la oportunidad de seguir poniendo tierra por medio en la carrera por el título de pesados, de lo que no quiere oír ni hablar y se encastilla en el cholismo, «poco a poco».

La categoría de ligeros tiene dos caras. La de felicidad de un Víctor Llamazares que sigue siendo El Hombre Tranquilo que camina tranquilo hacia otra Liga... pero también la de los que quieren responder a la  pregunta que se hace la grada:  ¿hay alternativa?

La verdad es que siguen creciendo chavales que sueñan con ver caer un día al de Valderrueda, con dos nombres a la cabeza: Fer, que ayer despachó otra gran tarde ante el veterano Jesús Martínez y el joven Javi Sancho hasta que en la final estaba Víctor para decirle lo de «hasta aquí»; y David Riaño, del que ya nadie duda que «es luchador» pero tampoco de que «aún es muy niño». Él y Jorge Iglesias regalaron uno de esos combates que podríamos llamar «de la esperanza», que es lo último que se pierde por más que El Hombre Tranquilo de Valderrueda no haga más que ponerle bombas.

«Y ahora a gastar¡lo», decía Tomasuco.

"Creí que me mataba", pensó Adri y fue la caída de la victoriaLa categoría de medios fue una sucesión de caídas, aplausos, mañas de las que te levantan del asiento y un final inesperado, como siempre que pierde Moisés, aunque no lo debería ser tanto si quien gana es Adri, capaz de hacerlo y capaz de todo el chaval de la Sobarriba. La última caída de la tarde, la definitiva para Adri ante Moisés, fue un precioso falseo de mediana de esos que cuando van por el aire los aficionados piensan que cualquier cosa puede pasar ¿y el luchador? Pues la verdad es que Adri falseó de libro pero después confesaba lo que a él se le pasó por la cabeza en esas décimas de segundo: «Creí que me podía matar... pero me salió bien».- No salió bien, hay que dar la maña bien; le corrigen con razón.Era el final de una final vibrante pero dominada por Adri, que unos minutos antes había dejado otra caída de esas de las que se sigue hablando en el bar. Fue una gocha a Diego Arce, después de contras y forcejeos,  que  nos obliga a pensar en aquel viejo dicho de que «donde las dan las toman», pues la gocha parecía la imagen en el espejo de la que Diego Arce le dio a Moisés en Prioro.Completó ‘su tarde’ Adri Rodríguez llevándose también el premio a la mejor caída. Por cierto, los combates del trío Arce, Adri y Moisés son la suma de fuerza y osadía a partes iguales. Y ganas de guerra.
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