El programa Claustro Abierto ‘Expresa’ se clausura este jueves con el espectáculo poético-musical ‘La luna en mi retina’ de los leoneses Marcos Castro y Daniel Alonso, que a las 21:00 horas en el claustro de los capuchinos con entradas a 5 euros proponen un recorrido por la intimidad y la vulnerabilidad desde la música y la prosa poética. «La obra nace –en palabras de sus responsables– tras un estudio existencial en profundidad, desde una necesidad de entender, de ordenar los pensamientos, de enfrentarse al miedo».
– Antes de entrar de lleno en el proyecto ‘La luna en mi retina’ que les trae este jueves a un enclave tan especial como es el claustro de los Capuchinos, me gustaría saber algo de ese tándem artístico que usted forma con el músico Daniel Alonso.
– Siempre he tenido como una pulsión de creación. Desde que me fui a Madrid a estudiar interpretación, tenía claro que no quería quedarme solo en participar en obras como intérprete sino que quería desarrollar una faceta mucho más creativa y lanzarme a crear mis propias obras. A Daniel le conocía del Conservatorio Profesional de Música de aquí de León y tenía una idea de desarrollo de una obra de formato medio que está en torno a los treinta minutos. Se lo comenté a Daniel y desde el principio le pareció una buena idea, se quiso sumar al proyecto y decidimos empezar a montarla, empezar con el proceso creativo, empezar a hilar o a construir la palabra y la música. Ahora ya está terminada la pieza y este jueves va a ser el estreno. La previsión o la visión a futuro pues es moverla todo lo que podamos e ir haciéndola ahí donde nos llamen. Y, por supuesto, si volvemos a tener un impulso creador pues por qué no.
– ¿‘La luna en mi retina’ es su primer proyecto de creación como tal o viene de una experiencia anterior?
– Ya había tenido otras experiencias pero no de esta forma. Me explico. Yo había creado ya otra pieza también que había participado en la sala La Cuarta Pared. Me contrataron para un ciclo de teatro en Madrid y también había interpretado en un centro cultural en Villoria de Órbigo una pieza cuya dramaturgia estaba construida a partir de cuatro libros distintos. Lo que hice fue rescatar textos de cada libro para crear la dramaturgia de esa pieza. Pero esta es la primera vez que pongo en pie una obra en la que la totalidad del texto está escrito por mí.
– ¿Por qué la luna? ¿Que le ha inspirado este satélite natural de la Tierra para un espectáculo que se vertebra a través de las cuatro fases lunares?
– Sí, en efecto, el espectáculo está fragmentado en cuatro bloques que se corresponden con las distintas fases lunares: la luna creciente, la luna llena, la luna menguante y la luna nueva. Y el por qué, digamos que hay varios motivos. El primero porque de alguna manera es un elemento metafórico, poético, simbólico, con el cual me siento muy conectado. Me lleva a la noche, al pensamiento. De siempre tengo como un vínculo con el mundo de la noche, del cielo, del horizonte, de la luna... Y luego a nivel dramatúrgico, como papel de dar sentido en la obra, pues también está el tema de los ciclos lunares, de las fases lunares, donde cada fase se corresponde con un momento vital; es decir, si es luna creciente los textos que van asociados a esa fase tienen que ver con un momento del personaje donde su intensidad vital tiene un desarrollo creciente, está llena, menguante o representa un horizonte nuevo que se abre y en qué lugar le coloca esto. Y de alguna manera estas fases de la vida también son cíclicas, porque nunca nos acabamos de ubicar en una o en otra sino que a lo largo de nuestra propia vida vamos saltando de una fase a otra.
– ¿Quiere esto decir que la cronología de esas distintas fases no resulta determinante para el espectáculo?
– No es determinante en la vida misma, pero en la obra sí que está colocado con un sentido, que es darle un arco al conflicto interno del personaje, porque comienza de una manera que va creciendo, llega a un punto álgido, por así decirlo, y luego ya nos prepara o termina colocándonos en el futuro o en una posición distinta. Si estuviese estructurado de otra manera no tendría el mismo efecto en el espectador.
– Desde el punto de vista de la palabra ha elegido la prosa poética para darle forma a ‘La luna en mi retina’
– Sí, eso es. Todo el texto está escrito en prosa poética. La verdad es que no existe un motivo más allá de como me nació al escribirlo. Porque la base de este texto es que lo he escrito desde lo que me ha nacido. No he intentado edulcorarlo ni poner de más, sino que precisamente una de las mayores virtudes de este texto es que nace desde la verdad, desde querer transmitir algo verdadero sin imponerme que quede más o menos, sino voy a contar esto de verdad. Y el mecanismo para contarlo ha sido a través de la prosa poética en lo que respecta al texto.
– ¿Qué me puede decir del lenguaje musical y la elección de la guitarra acústica a la hora de llevarlo a cabo?
– En mi caso toco la trompeta y otros instrumentos, pero desde que ideé la obra me imaginaba un instrumento de cuerda primero y luego me parecía que la guitarra y su sonoridad daban mucho fondo y mucha profundidad a la palabra, a la vez que cumple la función de acompañar las canciones, porque a lo largo de la función hay también dos canciones que están compuestas por mí y arregladas musicalmente por Daniel Alonso. En este sentido la guitarra nos da unas posibilidades que otros instrumentos no te permiten. Y luego, claro está, había que aprovechar las capacidades de Daniel, que es un profesional de la guitarra y que ha hecho que las propuestas musicales sean mucho más potentes y que podamos ir un paso más allá.
– ¿Qué papel juega en este caso el tercer lenguaje en liza, el audiovisual, dota de contenido al espectáculo o se trata de un recurso estético?
– Pues, yo quiero pensar que cumple las dos funciones, que no se queda solo en un acompañamiento estético, porque me parece que muchos espectadores van a acceder gracias a la parte visual. El audiovisual está compuesto por unas proyecciones de unas ilustraciones que ha realizado una artista murciana muy joven que se llama María Pelluz y que nos introducen en un mundo visual que acompaña a la obra pero también le da otra dimensión, porque rebaja tensión, rebaja densidad en cuanto a que son ilustraciones coloristas, con un estilo distinto, no tan poético o no con tanta metáfora pero sí introduciendo un mundo más onírico. Entonces tiene importancia. Por supuesto está acompañando a la música y a la palabra pero tiene una relevancia en la obra al abrir otra dimensión, otra capa más de profundidad, que es muy necesaria también porque hay mucha parte del público que no conecta si no es de ese modo.
– ¿Cómo resumiría la idea que ha querido transmitir en este montaje?
– El espectador que acuda a presenciar ‘La luna en mi retina’ si se lanza o si se atreve a escuchar se va a encontrar con un viaje, con una poética tanto pesimista, porque es cierto que tiene en algunas fases un recorrido más pesimista, pero no en cuanto a ambición o esperanzas sociales sino en cuanto a padecimiento o sufrimiento del individuo en torno a la sociedad, porque somos seres dolientes y sufrientes al final también. Sin embargo, también se van a encontrar con un proceso, porque no nos podemos quedar ahí sino que tenemos que descubrir qué hacemos con todo esto, un poco hacia dónde vamos y qué posibilidad tenemos, una posibilidad para la valentía, una posibilidad para el enfrentamiento y para la lucha, por uno mismo y para la sociedad. Yo creo que el espectador que vaya y que se lance a recibir la obra va a vivir un recorrido por distintos momentos y va a quedar expuesto a un horizonte de posibilidad.
– Supongo que la elección del entorno donde se va a desarrollar la obra, el claustro del convento de los franciscanos, también tiene su importancia de cara al espectáculo, ayudando a crear un ambiente especial.
– Sin duda. La verdad es que ha sido una suerte. Desde el momento en que me comunicaron la posibilidad de estrenar en el claustro de los capuchinos lo tuve claro porque es un espacio que desde que entras percibes una atmósfera especial que ya te sitúa en una disposición a lo que vas a ver y escuchar. El espacio va a aportar muchísimo y estoy convencido de que va a ayudar a ampliar la profundidad que pueda traer la obra consigo misma.