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Matar al mensajero, pianista o periodista

25/03/2023
 Actualizado a 25/03/2023
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En varias tragedias griegas ya se hacía alusión a la tentación de matar al mensajero cuando éste no portaba buenas noticias, en vez de poner el foco en el origen o causa de las malas noticias que transmitía. El inigualable William Shakespeare también se hizo eco de este hecho en algunas de sus obras. Al otro lado del charco crearon su propia versión con ‘no maten al pianista, que hace lo que puede’, una petición que se podía leer en carteles colgados en los salones del Lejano Oeste. Independientemente de si el asesinado, metafóricamente hablando, es un mensajero, un pianista o un periodista la gran víctima es la verdad.

Cada vez es más habitual que representantes públicos o de diversa índole amenacen con denunciar a periodistas y a medios de comunicación cuando difunden alguna información que no les deja en buen lugar. En ocasiones sólo queda en amenazas, pero en otras éstas se convierten en denuncias. Algunos pretenden con estas actuaciones amedrentar a los periodistas y que estos por miedo a las consecuencias se autocensuren, lo que supone un grave perjuicio a la libertad de prensa y al derecho a la información.

El último ejemplo del ansia de matar al mensajero, pianista o periodista lo ha protagonizado el F.C. Barcelona, quien ha interpuesto varias demandas a periodistas y medios de comunicación por, según su versión, desprestigiar al club con informaciones sobre el caso ‘Negreira’. Además, tienen otras cuantas demandas preparadas para presentarlas en los próximos días. Pero van mucho más allá, han pedido a los socios del club azulgrana que si leen, escuchan o ven alguna información que puede suponer un ataque al prestigio del club lo comuniquen a un correo electrónico habilitado para tal cuestión.

Pues sí, el mundo al revés. El controlador pasa a ser el controlado. A nadie se le escapa que el periodismo debe ejercer una función de control al poder, en todas sus vertientes incluida la deportiva. Evidentemente hay límites que nunca se deben sobrepasar, como por ejemplo informar sobre algo sabiendo que es falso o que proviene de una fuente de dudosa o nula credibilidad.

Pero cuidado, no caigamos en la trampa que tienden los que deberían dar explicaciones, en vez de pedirlas. Claro que hay pseudoperiodistas, pero lo que como sociedad no debemos permitir es que se amenace e intente desprestigiar en su conjunto a la profesión periodística con el único objetivo de amordazar a quienes tenemos la única obligación de contar lo que sucede, porque si dejamos que maten al periodista seremos cómplices de la muerte de la democracia.
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