Vaya fiasco. Desde hace años nos vienen inyectando en pequeñas dosis el miedo y las consecuencias catastróficas que tendría un ataque cibernético a gran escala a través de un virus que contagiara servidores y ordenadores de todo el mundo y resulta que es una microscópica entidad biológica la que está consiguiendo propagar el miedo y la histeria a toda la tierra. El coronavirus Covid-19 nos ha recordado que seguimos estando hechos de carne y hueso y no de microchips ni de procesadores. Otra lección que nos ha dado este invitado sorpresa es la relacionada con los aspectos negativos de vivir en un mundo globalizado, no todo iba a ser bueno. Hace unos meses nos ‘reíamos’ de lo que estaba pasando en China y ahora ‘lloramos’ por lo que nos está pasando en tierra patria.
Lo que está ocurriendo será estudiado en el futuro en todas las universidades, o eso espero, ya que al menos significará que hemos encontrado la salida a este laberinto que cada día que pasa gana en complejidad. Al haber sido algo gradual no ocurrirá como por ejemplo con el 11-S en el que todos recordamos dónde estábamos y qué estábamos haciendo, pero creo no equivocarme si les digo que vamos a tardar mucho tiempo en olvidar las consecuencias del coronavirus Covid-19, que está haciendo temblar los pilares de nuestra sociedad del mismo modo que esos dos fatídicos aviones lo hicieron con los de las Torres Gemelas.
Solemos quejarnos de que nuestros dirigentes siempre llegan mal y tarde ante cualquier crisis. Que las medidas que toman son a posteriori y que nunca se adelantan para prevenir consecuencias fatales. El caso que nos ocupa, o mejor dicho que nos infecta, es sin duda una excepción a lo comentado anteriormente. Pero aún así hay voces críticas con las medidas extraordinarias que se están adoptando por los efectos adversos que están provocando. ¿La prevención es siempre la mejor medida aunque las consecuencias de ésta puedan en ocasiones superar los efectos negativos de lo que se intenta prevenir? ¿Las decisiones sin precedentes que se están tomando a nivel global son adoptadas por el miedo que hay en la sociedad o son precisamente esas decisiones las que provocan el miedo entre la ciudadanía? ¿Los responsables políticos y sanitarios también tienen miedo y por eso acuerdan ciertos protocolos? ¿A partir de ahora cuando nos visite otro virus se tomarán medidas drásticas nada más detectarlo para prevenir su propagación? ¿Qué parámetros se establecerán para decidir si se toman políticas más o menos contundentes? ¿Cuántas infecciones de este tipo puede soportar nuestro sistema económico antes de que se derrumbe como un castillo de naipes?
Tengo que reconocer que desde la irrupción en nuestras vidas del amigo Covid-19 soy de los que han intentado desdramatizar y trasladar tranquilidad a todo mi entorno, pero a veces cuando escucho ciertos mensajes de fuentes oficiales me parece estar viendo a una azafata de ‘Aterriza como puedas’ dirigiéndose a los pasajeros diciéndoles ‘nos hemos quedado sin combustible, no funciona el tren de aterrizaje, el piloto y copiloto han muerto, estamos sobrevolando una zona montañosa, pero por favor no se preocupen y mantengan la calma’. Quizás sea precisamente el humor la mejor vacuna contra el miedo. Y me tendrán que reconocer que en esto estamos cumpliendo con creces. Algunos de los memes, audios y vídeos que se propagan por nuestros móviles son geniales y estoy seguro de que hasta el propio coronavirus Covid-19 se reiría si entendiera nuestro lenguaje. Que al menos el humor y la ironía sirvan como antídoto temporal ante el miedo y la histeria, ya que ante éstas las mascarillas y los aislamientos no sirven para nada.
Miedovirus Covid-19
12/03/2020
Actualizado a
12/03/2020
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