Es desde octubre del pasado año el secretario general para el Reto Demográfico, pero Francisco Boya acumula una amplia trayectoria en la búsqueda de más y mejores oportunidades para el medio rural de nuestro país. Concretamente, ha presidido la Comisión de la Federación Española de Municipios y Provincias para el Reto Demográfico o la Asociación Española de Municipios de Montaña. La entrevista sirve principalmente para fijar los objetivos que persigue el Gobierno con el plan ‘Pueblos con Futuro’, que prevé un total de 130 medidas y 10.000 millones de euros de inversión a través de los fondos europeos.
– ¿Por qué se refiere en su presentación oficial en la web del Miteco a la «mal llamada» España Vaciada?
– Digo mal llamada, porque hay mucha gente que habita la España Vaciada y a la que no le gusta este término, porque insisten en algo que yo comparto. En esta España interior queda poca población, pero queda población. Tenemos cerca de seis millones de habitante con mucha iniciativa, con muchas ganas y en numerosas ocasiones con esperanza de futuro. Entiendo el logo desde un punto de vista político, pero como definición no comparto la terminología de la España Vaciada.
– ¿En qué se ha fallado estas décadas para llegar a esta situación en la España interior?
– Primero hay que entender el contexto general. Esto no está ocurriendo solo en España, sino que se observa en todo el mundo. Hay continentes en los que este fenómeno está más agudizado que aquí, pero es verdad que en España, posiblemente porque ha tenido que resolver asuntos que provienen de la dictadura y se ha incorporado más tarde que otros países a los procesos democráticos, la cuestión territorial ha sido una asignatura pendiente durante mucho tiempo. También se pensó que la descentralización hacia las comunidades autónomas ya era en sí misma una solución para el problema demográfico. Que cada una se ocupara de su territorio, pero eso no ha dado resultado. Deberíamos tener en cuenta también cuáles fueron los modelos de industrialización del propio territorio con los planes de desarrollo franquistas, que también nos darían una idea sobre dónde se concentraron las actividades industriales y dónde no. A eso se suma una crisis en los años 50 y 60 del modelo agrario. Todas estas circunstancias generaron una tormenta perfecta que hace que estos territorios sufran un problema de despoblación y de dinámica económica que acaba comportando finalmente un problema de funcionalidad territorial.
– ¿Cómo le explicaría brevemente a un habitante de un pequeño pueblo de la provincia de León los objetivos del plan del Gobierno para dotar de futuro al medio rural?
– Sería fundamentalmente decirle que el plan que hemos presentado aspira a dar respuesta a los principales problemas que agobian a un vecino de un pueblo pequeño como el suyo. Mejorar su conectividad a través de las nuevas tecnologías. Mejorar a través de este plan la prestación de servicios que corresponden a las comunidades autónomas. Mejorar las oportunidades de sus hijos desde el punto de vista del acceso a la educación. En definitiva, conseguir que el contexto en el que se desarrolla su vida mejore sustancialmente. Esa es un poco la idea de 130 medidas y de los 10.000 millones de euros de inversión que van a comportar.
– ¿Cuáles van a ser las prioridades a la hora de empezar a poner en marcha este plan?
– Estamos comenzando de una forma ordenada, pero es un proyecto de 130 medidas muy transversales. Estamos trabajando con todos los ministerios dentro de las complejidades que tiene un plan con esta estructura. En todo caso, nos interesa mucho avanzar más rápido en todo lo que tiene que ver con la conectividad telemática, porque aún tenemos una parte del medio rural que está sin conectar o tiene una conexión muy deficiente. Esto nos urge, pero evidentemente tenemos un horizonte máximo –aunque vamos a tratar de adelantarlo– de conseguir los 100 megas para todos los ciudadanos en 2025. En cualquier caso, lo adelantaremos en la medida que podamos. Todo lo que tiene que ver con la transformación digital ha sido prioritario siempre. En este momento estamos acabando la conexión de todas las escuelas del país con esos 100 megas. Por tanto, hay cosas que van a ser una realidad muy inmediata. Antes del verano van a salir ya las ayudas para los municipios que quieran mejorar la eficiencia energética de sus edificios y eso va a tener también mucho impacto, porque va a permitir rehabilitaciones potentes en estos entornos. Está también por tanto ese ámbito de transición ecológica y energética, en el que queremos que el medio rural esté presente, porque al final, tener acceso a energía generada por las propias colectividades va a suponer un mecanismo estratégico muy importante para generar empleo. Estas convocatorias serán para después del verano, pero también están preparándose para que los pequeños municipios puedan acceder a ellas.
Con las herramientas que les daremos, los municipios deben crear un ecosistema que logre generar empleo– Hablando de transición energética, en León existe una fuerte polémica por la gran cantidad de parques eólicos y solares que se están proyectando, puesto que no falta quien considera que pueden dañar el valor paisajístico del medio rural y su atractivo turístico. ¿Es partidario de imponer algún control a estos proyectos?
– Efectivamente. Tiene que ser así. La competencia de la ordenación territorial no es estatal, sino de las comunidades autónomas, pero desde el Gobierno se está reflexionando sobre esta cuestión. Estamos viendo cómo podemos ayudar a las comunidades autónomas a ordenar todos estos procesos, porque tenemos un objetivo prioritario ante el que además no existe alternativa, que es la mitigación de los efectos del cambio climático. Toda la transformación energética no es solo el resultado de una operación puramente de estrategia económica, que también, sino que el objetivo de fondo es convertir y mitigar los efectos del cambio climático, que pueden ser devastadores para nosotros. En ese contexto, hay que entender que es necesario llevar a cabo esta transformación y que eso implica la utilización del territorio. El viento y el sol necesitan un tipo de instalaciones que son reversibles, porque van a tener una utilización de 30 o 40 años y luego pueden ser desmontados si tenemos otra forma de acceder a la energía. En todo caso, esta transformación es compatible con una lógica en la utilización del suelo en la que se prioricen aquellos espacios en los que no haya cultivo agrícola o no haya impacto paisajístico. Este es el trabajo que tenemos por delante, pero también es importante la sensibilidad de las administraciones autonómicas y locales en esta cuestión. De forma paralela, León es un espacio en el que tenemos puesta nuestra atención en cuanto a la transición justa. Conocemos la situación compleja de su demografía y por eso se ha aprobado recientemente un paquete de 150 millones para actuaciones en estos territorios que han sufrido el cierre de minas y actividades empresariales. León es uno de los territorios que tenemos en nuestro foco y estamos trabajando con la Diputación, con la Junta y con las entidades locales para ir aportando esas herramientas que deben servir a los pueblos y a sus alcaldes para construir un futuro.
La implicación vecinal, su capacidad de generar una comunidad y su liderazgo político van a ser vitales– El plan tiene un horizonte a diez años. ¿En qué habrá cambiado entonces el proceso para que alguien decida irse a vivir a un pueblo?
– El plan de medidas no tiene exactamente un horizonte a diez años. Eso es más bien la estrategia, que es una visión amplia del problema. El plan de medidas está vinculado fundamentalmente, en un 80%, al mecanismo de recuperación, a los fondos europeos. Esto tiene un margen de tres años de aplicación y de seis años para justificar los proyectos. El plan tiene que ejecutarse de una forma rápida y vamos a intentar que eso no implique que algunos territorios se queden al margen, sino que todo el mundo pueda aprovechar este dinero para actualizar estos elementos que hemos venido comentando. Pero ciñéndonos a la pregunta, el territorio va a estar cubierto gracias a estas medidas desde el punto de vista de la conectividad, los servicios y las oportunidades para esas empresas que quieran digitalizarse o quieran surgir en los pueblos, pero es cierto que los contextos rural y urbano no van a ser lo mismo. No lo han sido nunca y no van a serlo. Nosotros vamos a trabajar para que la funcionalidad de los pueblos sea razonable y esté dentro de los parámetros que tiene la ruralidad europea. Y vamos a intentar que las oportunidades se generen también en el entorno rural y que los jóvenes de los pueblos tengan acceso a una formación universitaria que cada vez sea menos presencial o más cercana al territorio a través de los centros de la Uned o de otras estrategias. Pero es verdad que al final irse al pueblo es una decisión muy personal y dependerá por ejemplo del tipo de trabajo de cada uno. Está la oportunidad del teletrabajo, pero hay algo indispensable, que los municipios sean capaces de generar sus propias dinámicas y sus propios escenarios de futuro. Nosotros tenemos que poner las herramientas, pero de ellos depende la construcción del ego que hace posible que un territorio tenga aspiraciones de futuro y pueda ir construyendo un ecosistema que genere empleo y retenga el talento para sobrevivir a la despoblación en base a lo que quieran sus vecinos. Es un trabajo compartido entre las administraciones locales y autonómicas con el Estado. Hay muchos territorios que después de este plan de 130 medidas se van a encontrar en unas condiciones mucho mejores para hacer frente a estos retos de futuro.
– Este plan suena a otros discursos y acciones anteriores que no han dado buenos resultados. ¿Por qué cree que ahora sí se van a conseguir?
– Nunca ha habido un plan de este nivel ni de estas características. Nunca el Gobierno se había planteado tener un plan de acción en el ámbito rural y para la cohesión territorial del país. Era una cuestión que, como comentaba al principio, había quedado en manos de las comunidades autónomas. Creo que estas 130 medidas no pueden ser el único instrumento, tiene que haber otras herramientas que tendrán que perdurar en el tiempo a la hora de ir consiguiendo los objetivos que nos hemos planteado desde el punto de vista de la cohesión y la funcionalidad territorial. Pero este plan es muy ambicioso y es la primera vez que se plantea algo así. Hay además otra cosa a valorar, que el propio presidente del Gobierno haya querido presentar este plan como una oportunidad extraordinaria para el medio rural. Por tanto, está el plan, están los recursos y está el compromiso del presidente para que esto sea una realidad y veamos sus efectos en los próximos años.
– ¿Es compatible este plan con el de la coordinadora de la España Vaciada? Ellos dicen que el suyo de ha hecho «de abajo a arriba», aunque en muchas cuestiones coinciden…
– De entrada, nosotros escuchamos siempre todas las opiniones. Por tanto, todo lo que sea útil y realista para lograr nuestros objetivos lo vamos a contrastar y a analizar. Lo que nos interesa a la hora de hacer frente al reto demográfico es sumar. Estamos dispuestos a debatir todas las aportaciones que se puedan hacer a la política del reto demográfico y de la cohesión territorial. Otra cosa es que las aportaciones y las estrategias que se planteen tengan que ser realistas. Está bien tener aspiraciones como que todo el mundo esté cerca de una autovía, pero tendríamos que debatirlo. El mundo no va exactamente hacia la construcción masiva de autovías, pero sí hay que tener una movilidad que sea pública y compatible con las necesidades que tiene la gente del medio rural a la hora de acercarse a las infraestructuras de conexión rápida, como los aeropuertos o el AVE. ¿Compartimos la necesidad de que todo el territorio esté perfectamente conectado? Sí. Todas las iniciativas que sumen, las vamos a atender.
– ¿Cree que pueblos que hoy tienen cuatro o cinco habitantes están todavía a tiempo de salvarse?
– La demografía no es una ciencia exacta. Lo es en el sentido de saber cuántos habitantes tenemos por kilómetro cuadrado, pero no en cuanto a cómo evolucionan esos datos y por qué. Esto depende de una serie de parámetros muy aleatorios. Estuve hace unos días en una aldea de Asturias donde hay 65 personas y 12 son niños con una dinámica comercial que promete para el futuro. Por eso decía antes que la implicación de los vecinos del medio rural, su capacidad de generar comunidad y su liderazgo político son fundamentales. Y en los sitios en los que queda tan poquita gente debemos pensar en cómo seducimos del ámbito urbano para que puedan hacer su apuesta por el medio rural. Una de las pocas cosas buenas que nos ha aportado este tiempo de pandemia es que hay mucha gente que se está replanteando su vida en la ciudad, que quiere ir a entornos más humanizados y en contacto con la naturaleza. Y eso es una oportunidad para estos pueblos.
Boya: "El plan les ayudará, pero los pueblos han de tener sus propias dinámicas de futuro"
Entrevista al secretario general para el Reto Demográfico del Gobierno de España
30/05/2021
Actualizado a
30/05/2021
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