El cosechador de la noche

La ola de calor obliga a cosechar el cereal durante toda la noche en algunas zonas de la provincia para minimizar el riesgo de incendio

D.L. Mirantes
17/07/2022
 Actualizado a 17/07/2022
Primitivo Pollán en tareas de recolección de trigo de madrugada, por primera vez en su vida. | SAÚL ARÉN
Primitivo Pollán en tareas de recolección de trigo de madrugada, por primera vez en su vida. | SAÚL ARÉN
Cae la noche y sale de la nave, avanza entre las sombras por caminos desiertos, no tan invisible ni tan sigiloso, pero dispuesto a cumplir con su trabajo, pese a las temperaturas extremas y la inflación. No lleva antifaz ni capa, ni pilota un avión supersónico. Lleva una camiseta de tirantes y conduce una cosechadora. Es parte de la resistencia de la segunda ola de calor del verano, un trabajador del sector primario, productores de alimentos, que siguen llenando los graneros leoneses cuando la cosecha mundial enflaquece y los costes se disparan todavía más por la invasión de Putin en Ucrania. Es Primitivo Pollán, que lleva décadas cosechando cereal, maíz y plantón en La Valduerna y que nunca había tenido que parar la máquina durante el día y segar de noche. El riesgo de incendio de esto días obliga a tomar la mayor de las precauciones, aplazar la tarea hasta que se den unas condiciones seguras. El umbral está claro, 30 grados centígrados, a partir de los cuales se multiplica el peligro. Si además la temperatura baja del 30% y el viento pasa de los 30 kilómetros por hora, la regla del 30, el terreno se convierte en combustible. Las masas arboladas cercanas a las tierras de cultivo condicionan las tareas de recolección. De hecho, la Junta ha ampliado la prohibición del uso de maquinaría a menos de 400 metros del monte. En algunas zonas de la provincia, el tipo de vegetación, la dimensión de la finca y, en general, el entorno obligan a tomar medidas preventivas.

En circunstancias normales el rocío obliga a suspender el corte a la una de la noche, pero estos días no hay rocío Con esto bien claro y con su amplia experiencia, ‘Pivo’ prefiere cambiar al turno de noche, de las 22:00 a las 10:00 horas, aproximadamente, el horario opuesto al habitual. Tienen que recoger el grano cuando no hay rocío, porque la mies húmeda daña la máquina. Sin embargo, estas noches la temperatura no ha bajado de los 18 grados y no ha habido condensación.

Por supuesto, no está solo, con él están los agricultores que han cultivado el trigo, el ‘pan’, y que también pasan la madrugada con el tractor o el camión para transportar el grano a su siguiente destino. No es ninguna sensación nueva, porque quien más y quien menos, ha pasado madrugadas regando en un sistema que no está modernizado, que funciona con pozos, y sigue exigiendo estar al pie del agua para que todo vaya como debe. Algunos se sorprenden por estar segando a las cinco de la madrugada, pero comprenden la situación, «lo que quieren es recoger la cosecha cuanto antes y seguir trabajando», reconoce ‘Pivo’.Protocolo contra el fuegoA pesar de la nocturnidad, hay que mantener el protocolo habitual para minimizar el riesgo de incendio, con la cosechadora en perfectas condiciones, dos mochilas de pulverización siempre cargadas, batefuegos, dos extintores, el agricultor o transportista prevenido ante cualquier inconveniente, también con sus propias herramientas, etcétera.En cuanto al trabajo, que sea de noche no influye tanto como el propio terreno y el estado del cultivo. «Para encontrar las parcelas, es a lo que más afecta», bromean ‘Pivo’ y el cliente de esta noche. Apuntan que es posible que la ausencia de insolación y la temperatura más baja reduzcan el desgaste de la máquina, pero no tienen prueba científica y la limpieza y mantenimiento de la Class son exactamente losmismos. Incluso si surge un inconveniente, la disponibilidad en la cadena de suministros y de los servicios del mecánico o el tornero sigue determinando el tiempo del parón. Muy pocas averías se resuelven ‘al momento’ —siempre con varias horas— con este tipo de maquinaría. En esta época de máximo trabajo el teléfono no dejar de sonar en los talleres. También aumenta la actividad en los almacenes, aunque aquí el ambiente es otro. Cuando más falta hace, merma la producción. Cuando sube el precio, se disparan los costes.El cambio del paisaje En la cabina, la actividad es la misma que si fueran las cinco de la tarde: Controlar la dirección del vehículo, la altura y velocidad del peine y la carga de la tolva; afinar el oído ante los ruidos, por si delatan alguna avería; Y ejecutar la operación de descarga en el remolque cuando procede. La única diferencia es que todo ello se realiza dentro de un campo de visión reducido a la iluminación —potente, pero concentrada— de los faros de trabajo. Al caer el sol, la línea del horizonte que se ve inalcanzable desde al asiento a tres metro sobre del suelo se adapta a la longitud del haz de luz. La torreta eléctrica, el mojón o la encina, que durante décadas han sido referencia, siguen ahí, pero ocultos. El Santuario de Castrotierra permanece como un faro, marcando el norte.

En lo que más afecta la noche es en «encontrar las parcelas», bromean a la orilla del rastrojo Cambia el paisaje y los programas de la radio, un poco menos estridentes. En los boletines horarios anuncian que la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) prevé tormentas para este lunes, por lo que la ola de calor podría empezar a remitir este martes. Con la vuelta a la normalidad, ‘Pivo’ retomará el horario normal, pero de momento toca cambiar el sueño.

El locutor también habla de la Guerra en Ucrania y la inflación. ‘Pivo’ y su cliente agricultor conocen bien ambas cuestiones. Sin una palabra, su gesto y su mirada lo dice todo. Son las cuatro de la madrugada, sumergidos en la quietud de un rastrojo a varios kilómetros del pueblo más cercano, escapando de la canícula y haciendo frente a la crisis. El cosechador y el recolector nocturno, dan una palmadita, estiran los brazos y alzan el mentón. Mientras se pueda, toca seguir trabajando.
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