Los cúbits posibilitan más interacciones y operaciones complejas y, en palabras del profesor de la Universidad de León (ULE) Eduardo García Ortega, podría definirse como "un estado que tiene una parte de uno y una parte de cero, sin ser ninguno de los dos en exclusiva". Es decir, no se polariza como el bit en dos estados y tiene parte de uno y parte de otro en una serie de combinaciones infinitas.
Para explicar los procesos de la mecánica cuántica se suele recurrir a una paradoja conocida como 'el gato de Schrödinger'. Este experimento de un físico austríaco plantea que en una caja cerrada se encuentra un gato, una botella de gas venenoso y un dispositivo con un 50 por ciento de probabilidades de liberar el veneno en un tiempo dado. En una descripción clásica caben dos posibilidades, que el gato se encuentre vivo o que haya muerto. Sin embargo, con un planteamiento cuántico estaría vivo y muerto a la vez. No obstante, cuando interviene el espectador y abre la caja la superposición de estados pasa a uno definitivo: o está vivo o está muerto, o es un cero o un uno.
Los estados cuánticos tienen así una parte de uno y una parte de cero, sin ser ninguno de los dos en exclusiva. La idea no es fácil de entender porque el día a día de nuestro universo "no nos familiariza" con el mundo cuántico, al que pertenecen por ejemplo los átomos. "Es la superposición de la física cuántica. Sólo cuando se realiza una medida, el sistema colapsa a un estado definido", resume García Ortega.
Actualmente, la computación cuántica asiste a una carrera que podría desembocar en una nueva revolución industrial. IBM ha lanzado un ordenador de 53 cúbits, mientras que Google dispone de uno que alcanza los 72. El cálculo de Boixo ha servido para demostrar experimentalmente algo tan 'básico' como que la computación cuántica existe.
Un momento "crucial"
Pasos como los dados por el leonés de Google, aunque aparentemente de poca aplicación práctica, sirven para "llevarnos hacia logros de gran interés para la sociedad" y, según García Ortega, resultan "cruciales". "Aún no sabemos hasta dónde nos podrá llevar la computación cuántica. Pero seguro que supondrá una gran revolución para el conocimiento humano. De momento, sabemos que no va a sustituir a nuestros ordenadores en los próximos años, al menos para un uso convencional", explica el profesor de la ULE.