El museo etnográfico de Villamartín de Don Sancho recoge la memoria de "las formas de vida de la comarca de Tierra de Campos desde el siglo XVIII hasta el siglo XX". Una rutina marcada en buena medida por la agricultura y en la que los yugos, trillos o rastrillos que se reúnen en este espacio eran los protagonistas. "Tenemos estancias con fotografías de Villamartín de diferentes períodos, desde los años 20 hasta mediados de los 70. También se simula cómo están situadas en las casas de la época las vajillas, mesas y pucheros", asegura Luis Miguel Gorostiaga Medina que será el encargado de atender a los visitantes.
Ampliando la colección
Cada pieza que forma parte de este museo etnográfico ha sido donada por personas de Villamartín o pueblos cercanos. "A partir de este año queremos que traigan más fondos de la comarca y que se pueda ampliar el museo y hacerlo más abierto a la sociedad", indica el guía.
La contratación de Luis Miguel Gorostiaga ha sido posible gracias a una subvención, por lo que el museo podrá abrirse a lo largo de este verano de miércoles a domingo, entre las 11:30 y las 13:30 horas y de 18:00 a 20:00 horas. Sin embargo, el objetivo es que la actividad comience a ser más permanente y, por ello, desde el Ayuntamiento que dirige Verónica Fernández van a apostar por la tecnología. "El Ayuntamiento quieren catalogar cada pieza, realizar un plan museístico, ampliar los fondos y, de cara al invierno, planificar que aunque no haya una persona mostrando el museo se pueda seguir con una 'app' y códigos 'QR' para que se explique a los visitantes lo que están viendo", explica el responsable de atender a los visitantes del museo etnográfico.
El reloj 'del Titanic'
Una de las piezas más curiosas de la colección es el antiguo reloj del Consistorio. Un objeto que además conecta a este pueblo leonés con el Titanic. Según explica a este periódico la alcaldesa, un hombre llamado Juan Barriobero Armas Ortuño donó el reloj al Ayuntamiento en señal de agradecimiento por unos favores políticos. La esposa del congresista que regaló este artilugio a Villamartín de Don Sancho era viuda de una persona que perdió la vida en las aguas del Atlántico Norte en la noche en el que el popular barco se hundió allá por el año 1912. "Este señor quería ser congresista y necesitaba el voto del Ayuntamiento y por eso lo donó. Su primera mujer estaba de viaje de novios en el Titanic y su marido murió en el naufragio. Después, para cobrar la pensión de viuda compró un cadáver porque nunca había aparecido y más tarde se casó con Juan Barriobero", relata Fernández.