Al fenómeno, común en todo la provincia, del éxodo rural producido hacia mediados del siglo pasado se ha sumado el de la dependencia, casi exclusiva, de un ámbito productivo. El progresivo cierre de la minería ha dejado conmocionada a una zona de la provincia en la que, de manera especial, los padrones de sus pueblos han ido de la mano a las oportunidades laborales que se presentaban a sus vecinos. Las cuencas fueron diciendo adiós y lo mismo hicieron un gran número de familias que subsistían gracias a la minería en Sabero, Valderrueda o Prado de la Guzpeña.
Cistierna estuvo cerca de contar con 7.000 vecinos a comienzos de los sesenta. Actualmente, tiene 3.000 Comenzando el análisis por el municipio más poblado y cabecera de la comarca, Cistierna, ya se puede predecir la hecatombe de toda la zona. En la primera mitad del siglo, el ayuntamiento cisterniense vivió una época de expansión llegando a ampliar de forma moderada su población. Unos años de bonanza dentro de una comarca que ya comenzaba a dar visos de una lenta agonía. Según el último padrón del INE, Cistierna apenas supera los 3.000 habitantes. De este modo, la mitad de su censo se ha quedado por el camino en los últimos 50 años, tras rondar las 7.000 personas a inicios de la década de los sesenta.
El segundo municipio más poblado del Partido Judicial era y sigue siendo Sabero. Sin embargo, sirve de ejemplo de por qué esta zona es la más afectada por la sangría demográfica. A mediados de los años ochenta, Hulleras de Sabero contaba con una plantilla de más de un millar de mineros pero el cierre en menos de una década de las explotaciones vació el valle. Olleros o Sotillos eran pueblos con cientos de familias mineras que colaboraban a que el municipio superara los 5.000 vecinos a inicios de los años cincuenta. Actualmente, el último padrón del INE contabiliza solamente 1.123.Municipios ‘satélite’ del desarrollo minero de Sabero, como es el caso de La Ercina o Crémenes, también han experimentado procesos de despoblación similares. Estos dos ayuntamientos superaban los 1.800 vecinos hace un siglo y ahora ambos se sitúan en torno a los 500 habitantes.Más allá de Cistierna y SaberoLa evolución demográfica de Sabero es extrapolable a otros puntos de tradición minera de la comarca, como en Valderrueda. En este caso, el proceso de despoblación sí que ha sido continuado a lo largo de todo el último siglo. No obstante, el fenómeno se ha agudizado desde el cierre de sus minas en los años ochenta. Actualmente, los 21 pueblos de este ayuntamiento se reparten únicamente 827 habitantes y algunas de estas localidades, otrora con cientos de vecinos, cuentan con los dedos de una mano el número de casas que se mantienen abiertas.En Boca de Huérgano, en Oseja de Sajambre o en Burón se anotan descensos superiores al 80 por ciento En la zona más puramente de los Picos de Europa, aunque sus gentes ya no dependían de forma tan directa del sector minero, la pérdida de población también ha sido una constante en la totalidad de sus pueblos. De este modo, en municipios como Boca de Huérgano, Oseja de Sajambre o Burón se anotan descensos en sus padrones superiores al 80 por ciento.Algunos de los rincones más bellos de toda la provincia leonesa, como es el caso de Riaño o de Prioro, también han tenido que aprender a convivir cada vez con menos vecinos. En el caso del primero, el sacrificio que supuso el pantano no facilitó desarrollo alguno y, si en 1970 eran 1.657 vecinos, ahora quedan 458. Prioro, por su parte, ha pasado de tener hace un siglo 1.246 personas a actualmente solo 332.Prado, la mayor caída de la zonaAunque para bajada demográfica la de Prado de la Guzpeña que, a los pies de Peñacorada, lidera la despoblación de los 16 municipios que conforman este Partido Judicial, tanto si se echa la vista atrás 50 como 100 años. Después de rondar los 900 habitantes tanto en los años veinte del siglo pasado como en los cincuenta, actualmente cuenta con un centenar de vecinos entre sus cuatro localidades: Prado, Cerezal, La Llama y Robledo.En el lado opuesto de la balanza se sitúa, aunque también marcando una caída demográfica considerable, Puebla de Lillo. El descenso de su padrón en el último medio siglo ha sido del 39,1 por ciento. Porcentajes más que significativos pero que en parte han logrado ser suavizados, en comparación con los municipios de su entorno, gracias al turismo vinculado a la estación de esquí inaugurada a mediados de los setenta.
Mirando hacia el futuro
Precisamente en el turismo es a donde se dirigen buena parte de las miras de esta comarca. No cabe duda que un siglo de despoblación ha dejado sumida a la Montaña Oriental en una situación más que delicada, pero en algunos de sus municipios se está iniciando un proceso de promoción turística vinculada al ocio al aire libre. Aprovechando la marca 'Picos de Europa' buena parte de este Partido Judicial se está lanzando a señalizar rutas de senderismo o a poner en marcha circuitos de BTT con los que atraer a sus casas rurales a aficionados a estas prácticas.
De este modo, aunque la comarca haya bajado de la barrera de los 10.000 habitantes, se están intentando emprender iniciativas que permitan dar oportunidades a pequeñas economías familiares o atraer a nuevos pobladores que huyan de las formas de vida de las ciudades. Así, en Riaño se pueden alquilar motos de agua con las que navegar por el pantano y Sabero comienza a consolidarse como un enclave de referencia en aguas bravas. En Vidanes, pedanía del Ayuntamiento de Cistierna, hay un circuito de Karting y en numerosos pueblos de los Picos de Europa se han instalado miradores para contemplar sus majestuosas vistas.
En el apartado industrial, sí que existe una mayor escasez. No obstante, en la comarca se pueden encontrar buenos ejemplos de desarrollo, como el de Tecoi en Sahelices de Sabero o los vinculados a la agroalimentación, Nuestra Huertina o Seprolesa, en el polígono industrial de Cistierna.