En el último lustro, el número de operadores ecológicos ha aumentado un 86% en León, que cerró el año pasado con 147, según los datos de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de la Junta de Castilla y León. Además, se ha duplicado la superficie ‘verde’ de la provincia desde 2015 y son ya casi 7.500 hectáreas las destinadas a este tipo de cultivos. También son cada vez más las explotaciones ganaderas que cuentan con sello ‘eco’ para certificar las buenas prácticas medioambientales y el bienestar animal, con un crecimiento superior al 40% el año pasado con respecto a 2018, alcanzando las 38.
Para dar el paso a la producción ecológica lo primero y «fundamental», apunta la Junta, es que el operador «conozca los requisitos establecidos en los reglamentos y esté convencido y crea en el sistema, ya que el manejo de una finca o una granja en ecológico es muy distinto al convencional». Una vez tomada la decisión, una de las entidades autorizadas tiene que certificar los productos como ecológicos con los oportunos controles.
La agricultura ‘eco’ "permite mantener los precios de mercado más fijos y hacer tratos más favorables" En la provincia, alrededor de una treintena de productores están agrupados en la Asociación de Agricultores y Ganaderos Ecológicos de León (Agrele) que nació hace tres años apoyada en otra más pequeña que solo englobaba a profesionales del sur. Su presidente, Víctor Vecín, destaca las ventajas medioambientales de esta producción, que «no contamina y garantiza que todo lo que se produce procede de fuentes responsables». En la agricultura, apunta que «no se utilizan abonos ni químicos de síntesis» mientras que en la ganadería se valora «el bienestar animal y que no haya una sobreexplotación de los recursos ni de los animales», explica.
La situación del sector en León es «estable», asegura, «con algo de crecimiento anual de gente que va apostando por la agricultura y la ganadería ecológicas». En comparación con la crisis de precios que sufre la actividad convencional, Vecín destaca que la producción ‘eco’ «te permite mantener los precios de mercado un poco más fijos y hacer un tipo de trato más favorable» para el productor, confirma. Eso sí, que estos productos sean cada vez más demandados ha provocado que «las grandes marcas también vengan pegando fuerte con la agricultura ecológica», confiesa.
En la misma línea se muestra Ricardo Dávila, uno de los productores que más tiempo lleva con certificado ecológico en la provincia, desde 1996, y que también forma parte de Agrele. «Hoy en día prácticamente toda la industria agroalimentaria tiene una línea ‘eco’ y han surgido empresas grandes que se dedican a la comercialización», subraya, lo que «ha cambiado mucho» el sector. Eso sí, «el pequeño productor al final sigue buscando el contacto directo con el consumidor y tratando de eliminar todos los intermediarios posibles, que es la única manera de hacer rentable la producción», asegura.
«No hay menos rentabilidad, pero sí que tienes que encontrar un mercado más específico, que te valore la calidad, porque no compites con las mismas herramientas», explica Vecín. «La agricultura ecológica lleva una carga más manual pero, sin embargo, nos quitamos de gastar en productos muchas veces y ahí puede estar la equivalencia para que sea rentable», detalla el presidente de Agrele.
Cereales, leguminosas y productos hortícolas son los más cultivados en las hectáreas ‘eco’ de León, mientras que «en ganadería lo más pujante son las abejas», explica Víctor Vecín. La asociación que preside representa a los agricultores ecológicos de la provincia y organiza el ‘Ecomercado’, una cita que se celebra el primer y tercer sábado de cada mes en la marquesina del Mercado del Conde Luna, en la capital leonesa.
Uno de los apicultores certificados en la provincia es Félix J. González, que elabora miel y otros productos apícolas bajo la marca Salvaxe. A pesar de que dar el salto a ecológico supone, al menos en su sector, «producir menos y con más problemas» el resultado final tiene «más calidad» y «te garantizas de que va limpio» por lo que es «un valor añadido por el que cada vez apuesta más el consumidor, aunque sea un poquito más caro».
Muchos "haciendo las cosas bien"
Las cada vez mayores exigencias medioambientales para agricultores y ganaderos hacen que «mucha gente esté haciendo las cosas bien» aunque no cuente con certificación ecológica, apunta Víctor Vecín. «Hay bastante gente trabajando igual que los que estamos certificados y no dan el paso a certificarse porque tienen miedo a las revisiones, a que les digan algo o simplemente no quieren pagar el certificado», lamenta. Un sello ecológico que supone un desembolso económico que Vecín ve «bastante duro, porque haciendo las cosas bien, sin contaminar e intentando producir lo máximo posible de la mayor calidad encima tienes que pagar por ello, cuando la gente que está contaminando no paga ningún canon por hacerlo», critica.Estas prácticas responsables y respetuosas con el medioambiente son las que se están premiando en las últimas políticas agrarias a nivel europeo, a la par que crece la sensibilización ciudadana con la producción de proximidad y más sostenible. «Es un tipo de venta que todos los años está aumentando», apunta Víctor Vecín. Una «manera de entender las cosas» que cada vez tiene más adeptos.