El último golpe lo recibieron a finales del mes de enero de este año: «No existen en este momento medios de prueba, siquiera indiciarios, que de un modo objetivo y razonable permitan dirigir la causa contra una persona o personas determinadas». Con estas palabras la magistrada titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Cangas del Narcea cerraba un auto con el que decretaba el sobreseimiento provisional y el archivo de la causa por el asesinato de Sheila. Quedaba abierta, eso sí, la posibilidad de recurso, a la que se aferra ahora la familia sin acabar de entender muy bien esta decisión.
«No la entendemos porque la investigación policial está hecha y hay unas pruebas que indican que hay un culpable. Esto está analizado, está investigado y lo que pedimos es que lo que hay se valore en un juicio, porque no nos han dado la posibilidad de valorarlo en un juicio, lo tienen aparcado». A lo que se refiere Elías Barrero, el hermano mayor de Sheila, es al contenido del informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que se dio a conocer a mediados del año pasado. «Es muy concluyente», dijo de él en su momento la delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa, y se llegó a hablar incluso de crimen resuelto.
El caso – ‘aparcado’ desde 2008– se reabrió en 2015 por la posibilidad de que los avances técnicos pudieran aportar luz sobre lo ocurrido, y los resultados de las nuevas pruebas determinaron que los residuos de pólvora recogidos de la mano y la chaqueta de B.V. –con el que había mantenido una breve relación Sheila y que fue detenido (y puesto en libertad) en relación al crimen en el verano de 2004– eran exactamente los mismos que los del casquillo hallado en el coche.
«A los peritos les queda claro que son idénticos y que solo puede ser por dos hipótesis. Una por haber disparado el arma, y otra por haber tocado el casquillo del coche, estar allí o manipular el cadáver», subraya Elías Barrero. Además, los nuevos análisis indican también que la fibra azul encontrada en una bufanda en el asiento trasero del coche –desde donde se cree que dispararon a Sheila– coincide «exactamente» con las de la chaqueta de B.V..
Para el hermano mayor de Sheila las conclusiones del trabajo hecho por la UCO «vienen a refrendar los resultados de la anterior investigación», la que se hizo tras el crimen, que consideraba a B.V. como principal sospechoso, por lo que no entiende que se pida de nuevo el archivo del caso. «Es un informe de la Guardia Civil el que da su nombre. Nosotros no queremos a un inocente en la cárcel, pero tampoco a un culpable en la calle», dice.
Que el culpable pague
Elías, que sigue viviendo en Villablino, al igual que B.V., reconoce que la situación «no es fácil ni con él ni con su familia, porque al parecer aquí los malos de la película somos nosotros» cuando su única intención, insiste, es que el culpable del asesinato pague por ello. «En esto nada tendría que ver la suerte» que asegura que les han deseado en varias ocasiones, algunas incluso antes de cerrarles las puertas, «es una cuestión de justicia, que es lo único que pedimos».
Él, que fue quien encontró el cadáver de Sheila hacia las 12 de la mañana de ese día, recuerda que la coartada que dio B.V. fue que en el momento del crimen estaba durmiendo en casa de sus padres, y que tenía residuos de disparo en las manos porque había ido de caza nueve días antes. Comenta también que cuando sucedieron los hechos no había ninguna relación entre ambos. «Ella no le servía las copas, él la hizo llorar el fin de semana anterior en el bar…Ya no tenían nada». Es más, apunta que Sheila había quedado el mismo día de su asesinato con el que había sido «su novio de siempre» y que habían planeado juntos un viaje a Tenerife en febrero. La breve relación que habían tenido estaba rota, por eso Elías dice que el argumento de la jueza de que el hallazgo de la fibra azul se podría explicar con que B.V. había estado «en varias ocasiones», según testigos, dentro del coche de Sheila no les sirve. «Ese coche estuvo en el taller tres meses. Estuvo averiado –se lo entregaron a Sheila apenas unas horas antes del crimen– y da la casualidad de que cuando ella lo tuvo operativo ellos ya no se hablaban ni nada. La relación de ellos había sido anterior».
Tampoco entiende que se rechacen los resultados del análisis de residuos de pólvora que comenta que para la Guardia Civil son «como una huella digital». La magistrada, que sigue el criterio de la fiscalía, dice que le «sorprende que existan residuos de disparo no específicos en la chaqueta del investigado», pero prima que «no se localizaran restos de sangre de la joven asesinada, pese a que, según el informe de reconstrucción de la UCO, el autor había movido el cuerpo de la víctima del asiento del conductor al del copiloto y luego nuevamente al del conductor» y el hecho de que tampoco existen «restos biológicos del investigado en el vehículo de la joven fallecida, ni sobre el cuerpo de la misma».
«¿Que si seguimos creyendo en la justicia?... Creo que lo que deberían valorar es el trabajo que ha hecho la Guardia Civil, eso pedimos».