Se trata de un plan financiado por la Unión Europea y gestionado por las instituciones camerales, que plantean las temáticas a tratar en función de los perfiles profesionales que demanden las propias empresas. Está dirigido a jóvenes de 16 a 30 años que se encuentren desempleados y su llegada a prisión pretende «no discriminar a nadie de la formación y que, cuando salgan, tengan opciones laborales», destaca Antonio Hernández, responsable del programa PICE en la Cámara de Comercio de León.
Un total de 16 internos participaron en la primera formación del programa, dedicada a la panadería Los cursos cuentan con dos bloques fundamentales. El primero de ellos es de carácter troncal y trata de dotar a los participantes de habilidades sociales para el empleo. De ella se encargan los profesionales de Proyecto Hombre. «Es lo que nosotros llamamos competencias transversales, que no es más que un ‘couching’, tratar de empoderarles y formarles en la resolución de conflictos, habilidades sociales, gestión asertiva, gestión emocional que para ellos es muy importante... Trabajamos desde la parte interna de la persona proyectada a su entorno, todo junto a la labor que hacen los profesionales de la prisión con los internos para potenciar aún más los resultados», explica Dorian Vence, coordinador de Proyecto Hombre - Proyecto Joven y encargado, junto a Sofía Páramo, de llevar a cabo esta misión en el centro penitenciario.
El segundo bloque es el técnico, con formación específica que se complementa con una importante parte práctica. El primer curso del programa PICE en prisión estuvo dedicado a la panadería y en él participaron un total de 16 jóvenes internos. El segundo está a punto de comenzar y tiene como temática el deporte, con la idea de formar especialistas en ‘cross training’ de la mano de profesionales de los principales centros de la provincia.
«Para nosotros son importantes las dos partes, que puedan hacer la formación pero también todo lo demás, que estén integrados para asegurar que haya un aprovechamiento de la actividad formativa. Al final trabajas de forma integral con la persona, estamos hablando de gente muy joven sin unos hábitos de estructura vital, de asumir responsabilidades, de tener una autoestima... Todo eso se trabaja todo el tiempo desde diferentes fórmulas y este programa es una más», destaca la directora del centro penitenciario de Mansilla de las Mulas, Henar García.
El segundo curso está a punto de comenzar y busca formar especialistas en ‘cross training’ En muchas ocasiones, la reeducación y reinserción, que es el objetivo básico del trabajo en prisión, es una «educación desde cero», ya que «en la mayoría de los casos no ha habido un proceso previo de educación y de inserción social, desde edades muy tempranas han tenido unas condiciones de vida difíciles y tienes que partir de cero en todo, en el ámbito académico, en el profesional, en cómo relacionarse...», explica la directora de Villahierro. Para ello García apuesta por lograr ese fin desde la «creatividad», con programas como el que acaban de introducir en prisión con la Cámara de Comercio y Proyecto Hombre. «Es algo que les seduce y les motiva muchísimo», reconoce.
«Estamos colaborando entre todos para darles una oportunidad no solo laboral, también de quererse a sí mismos y tratar de hacerles ver que son capaces de conseguirlo», apoya en la misma línea Marta de Francisco, representante de la Cámara de Comercio de León.
Más jóvenes
En el centro penitenciario de Mansilla de las Mulas hay en la actualidad alrededor de 700 internos, de los que casi un tercio son menores de 30 años. «Tenemos cada vez gente más joven», asegura Henar García apuntando que se trata de un porcentaje «muy elevado teniendo en cuenta que tienen muchas carencias sobre todo en este aspecto de la formación y del ámbito laboral».Henar García: "Tenemos gente cada vez más joven y hay que dotarles de seguridad y herramientas" A través de estos programas, para los que se buscan perfiles de penados que puedan acceder pronto a la libertad, pretenden una reinserción total a la salida de prisión que permita que su vida cambie y no vuelvan a delinquir. En la mayoría de casos, se consigue a pesar de los prejuicios y los estereotipos asumidos por gran parte de la sociedad. «Las prisiones no son un lugar impermeable, son permeables y es gente que va a salir y que son de los nuestros. Si nos unimos podemos resolver mejor el problema. Que nosotros entremos es muy bueno porque llevamos las inquietudes de la sociedad dentro de la prisión, y también el que entra se da cuenta de la situación que viven allí. Esa labor en la prisión de León está siendo extraordinaria», celebra Jorge Peña, presidente de Proyecto Hombre - Proyecto Joven en la provincia. «La sociedad tiene que saber que la prisión no es el término último, es salir y encontrar trabajo. Hay talleres en los que se trabaja y empresas que entran, no es un lugar inútil en el que no se produzca, se puede producir y se puede formar para producir fuera», explica.
Precisamente el trabajo de Proyecto Hombre o de la Cámara de Comercio, entre otras entidades, permite dotar de mayor permeabilidad a la prisión. «Vienen de fuera con ganas e ideas y es una relación de tú a tú», celebra Henar García. Por el momento, la llegada del programa PICE está siendo un «éxito» que, esperan, tenga continuidad el próximo año.