En una de las páginas de 'Barrio húmedo' podemos leer: "En aquel pub y en sus alrededores florecieron el amor y el odio, la antipatía y la indiferencia, el sexo bestial y las esperanzas no satisfechas. La gente se abrazó, se besó, se abofeteó, se prometió fidelidad eterna, se pidió en matrimonio, se sorprendió en pleno engaño, se apuñaló. Dos o tres generaciones cantaron a la vida con pasión y desenfreno y, bailando y bebiendo, lo mismo sintieron con plenitud e inocencia la unidad de todas las cosas, el íntimo nervio que nos une al universo, como descubrieron, horrorizadas, el sabor de la traición y hasta lo frío y mudo que resulta el acero cuando te entra en el vientre. Allí, como en todo el Barrio, se engendraron y se perdieron vidas".
Podría ser la mejor forma de entender la última novela del antes periodista, hoy gestor cultural y siempre escritor inquieto y leonés militante. Se titula ‘Barrio húmedo’ y, conociendo laextensa producción literaria leonesa sorprende que no haya sido un título utilizado, al menos registrado. También a Gancedo le sorprende pero... "Cóime, eso digo yo. No me lo explico. Ni una guía turística, ni un libro de divulgación, ni un estudio hostelero con ese nombre. En cuanto a recorrido por sus bares, tenemos ‘Aquella hostelería de León’, de Roberto Cubillo, que es estupendo, un gran libro de investigación, claro, pero que abarca toda la ciudad. No sé, quizá tenga que ver con ese pudor, con esos complejos que tenemos los vecinos de esta ciudad, que a ver si acabamos con ellos de una vez por todas. Y eso que dices se hermana con el hecho, también casi inexplicable, de que no haya ni un solo cartel que ponga o indique ‘Barrio Húmedo’ en la ciudad, cuando es más famoso casi que la Catedral".
Ni una guía turística, ni libro de divulgación, ni un estudio hostelero lleva su nombre; es más, no hay ni un solo cartel que indique Barrio Húmedo, y es más famoso que la CatedralPero hay un matiz en el nombre, Gancedo escribe en la preciosa portada de una foto del genial Manuel Martín ‘Barrio húmedo’ con la h en minúscula, y no es errata. "Por supuesto, no es errata. Ya siento decepcionar a algunos, pero la verdad es que este no es un libro, estrictamente hablando, sobre el Barrio Húmedo de León (de ahí la minúscula); es decir, sobre sus bares, sus calles y sus personajes. Las cosas que aquí se cuentan bien podrían haber sucedido en cualquier pequeña ciudad del Sur de Europa, donde gran parte de la vida se hace en la calle y donde la taberna es una especie de altar social donde se consagra de todo: se celebra, se conspira, se hacen negocios, se liga (o se intenta), se engaña…"
Beatriz Fierro, César Benavides, Antonio Bardón, Marquitos, Sor Juana Jesús del Rosario, María Remoña… son personajes que caminan por las páginas del libro y, aunque no sea estrictamente leonés, es inevitable que el lector de esta tierra escudriñe para ver si descubre quién puede ser cada uno de esos (y tantos otros) personajes… "Nada, nada, que escudriñen todo lo que quieran. Solamente hay dos nombres (que yo sepa) que encubren los de personas reales. Y fíjate que todos los capítulos son producto de la ficción pero solo uno se basa en cosas que sucedieron de verdad, un poco adobadas literariamente, es verdad. Pues bien, ese es casi el más inverosímil de todos. Lo cual dice mucho de las cosas que pasan cada noche en el Barrio Húmedo…". Suele ocurrir, por lo que Gancedo es consciente de que en las presentaciones al hablar del único caso basado en la realidad le van a decir que ahí "se le ha ido un poco la mano de la imaginación".
En los cascos antiguos ocurre de todo, cosas extraordinarias y cosas malísimas; uno se abre a la vida y se maravilla con ella, otras veces la aborrece, se enemista con ellaPor más que Emilio Gancedo quiera marcar distancias entre el Barrio Húmedo y Barrio húmedo, el algodón no engaña y el inicio de la novela es contundente: "Solo hay una cosa peor que estar sobrio: estar borracho y no saberlo", que escucha Pentio Festo en una taberna. Gancedo ‘se defiende’: "Se lo oye Pentio a un viejo en una taberna, la primera vez que se interna en una, y luego no puede parar de escucharla durante su terrible y nefasta última resaca. Porque en este tipo de lugares se concentran el placer y el dolor, el amor y el odio, el abrazo y la pelea, son como imanes que atraen todas esas cosas. En los cascos antiguos ocurre de todo, cosas extraordinarias y cosas malísimas; uno se abre a la vida y se maravilla con ella, otras veces la aborrece, se enemista con ella. Los cascos viejos dan la impresión de que, en ellos, la vida se intensifica, y eso es precisamente lo que me atrae de ellos".
El título, en mayúscula o minúscula, casi ‘nos obliga’ a pensar en un mosaico de bohemios, noctámbulos, trasegadores, crápulas y demás gentes de buen vivir y amigos de la noche. "Tampoco te creas. Los personajes que aquí aparecen son gente normal y corriente, personas del montón a quienes ocurren cosas, ciertas cosas singulares. El indígena cuya aldea queda reducida a escombros y que ha de buscarse el sustento en un campamento romano –y, de paso, descubrir qué cosa es una taberna-; el ciudadano-campesino, amigo de las bodegas, que ha de hacer las Américas contra su voluntad; la prostituta a la que un combatiente contra Napoleón impone un peliagudo encargo; la monja capaz de ver algo así como el futuro; dos niños enemigos en plena guerra civil; el paisanón en cuya casa, en el piso de abajo, instalan un pub durante la Movida… ya ves. La vida que pasa, y que no deja de pasar".
Un elemento fundamental de los relatos es la noche, en ella se cobijan casi todos. Algo tiene la noche cuando la bendicen... los escritores. "Quizá que, como somos animales básicamente diurnos, no nos movemos del todo bien en ella. De noche estamos… distintos. Hemos de aguzar la vista, alentar otros sentidos, estar alerta… Y eso resulta, a la vez, sugestivo y alarmante. Por eso la noche siempre ha amparado todo tipo de conductas, digamos, heterodoxas, es como el envés de nuestra cara diurna y habitual. En casi todas las culturas la noche, la luna, son sinónimo del otro lado, de lo que podría pasar, de la posibilidad, de la tentación… Varios de los episodios incluidos en ‘Barrio húmedo’ transcurren de noche".
La noche siempre ha amparado todo tipo de conductas, digamos, heterodoxas, es como el envés de nuestra cara diurna y habitual. La noche, la luna, son sinónimo del otro ladoTambién ha tenido un poder especial con Emilio Gancedo, más noctámbulo antes de que la crianza tomara la casa, y le ha permitido viajar en el tiempo con relatos que viajan hasta el Imperio Romano y regresan hasta un sábado cualquiera de un bar con salsa. "Home, claro. Eso es lo grandioso de la imaginación. Pero es que aquel indígena o aquella ciudadana de una ciudad del Imperio venida a menos se diferencian de nosotros en muchísimas cosas, claro que sí, pero tengo claro que esas personas, lo mismo que nosotros, tenían imperiosa necesidad unas de otras, necesidad de verse, de encontrarse, de celebrar, de discutir, de amarse, de pelearse… se buscaban, se encontraban y se separaban, y vuelta a empezar. Barrio húmedo da cuenta un poco de eso, que somos el eslabón de una larga, larga cadena de paisanos y parroquianos de la que no vemos el principio ni el fin…".
Pues si el lector además de estas necesidades comunes le apetecen más explicaciones o decirle a Gancedo que se le ha ido la mano en la historia real lo más propio es acudir el jueves (a las 19.30 horas) al Museo Casa Botines de la capital y allí estará Emilio Gancedo acompañado de la escritora gordonesa Noemí Sabugal y con el regalo añadido de unas coplas tabernarias, que es lo suyo, que interpretará el gran Rodrigo Martínez, Rodri de Tarna, al que la noche tampoco le asusta.
"No me explico que ningún libro llevara por título Barrio Húmedo"
La última novela del leonés Emilio Gancedo es una sucesión de historias y personajes que bien podrían desarrollarse en el Barrio Húmedo de León o en el casco viejo de muchas ciudades
07/05/2023
Actualizado a
07/05/2023
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