ODS 8: Trabajo decente y sano para el Bierzo

El Papa Francisco propone incluir en el catecismo el ecocidio y el pecado ecológico

Valentín Carrera
25/11/2019
 Actualizado a 25/11/2019
Imagen de mineros en el pozo de Anxo Cabada.
Imagen de mineros en el pozo de Anxo Cabada.
Converso con el señor Mariano, de Fabero, en una habitación del Hospital El Bierzo, donde se recupera de la última crisis de su larga enfermedad pulmonar crónica, silicosis. Una enfermedad laboral, por inhalación directa de partículas de sílice, penosa, de grave impacto personal, familiar y social, bien conocida por los mineros del Bierzo y Asturias.

El señor Mariano tiene 83 años. Nació en 1936, niño de la posguerra, y empezó a trabajar en la mina a los 16 años. ¿Usabais alguna mascarilla en 1952?, le pregunto y, tras un ataque de tos, me contesta «No», con la voz doliente y los ojos llorosos. Mariano trabajó (sin protección) y cotizó durante 35 años «Una salvajada», añade, y se jubiló con 51 años de edad en 1987. Desde entonces, lleva 32 años jubilado y 32 años enfermo; y si tiene suerte, pronto disfrutará más años cobrando pensión que años cotizados. Pero eso está bien, aunque los neandertales de Vox no lo entiendan: la seguridad social es un sistema de solidaridad intergeneracional; nuestros abuelos y abuelas cobran la pensión no por lo que hayan cotizado (que se les hubiera agotado la hucha hace tiempo, como en el caso de Mariano y de miles de Marianos en El Bierzo), sino porque en el año 2019 hay 19.442.113 personas en España que cotizamos a la seguridad social.

Un sistema social y sanitario modélico, verdadera Marca España. Por mucho que el señor Mariano y todos los de su quinta hayan cotizado entre 1952 y 1987 -¡Vaya usted a saber cómo andaba la cosa en los chamizos del Bierzo entonces!-, nunca cubrirá una mínima parte de lo que la sociedad española les ha devuelto, en términos económicos.

Lo que no podremos devolverles es la juventud quemada en la galería ni la salud robada en el pozo. Visto desde la perspectiva de 2019, ¿de verdad aquella semiesclavitud en las minas de antracita, o en las canteras de pizarra de Valdeorras -que también producen silicosis-, es un trabajo digno, como lo define el ODS 8 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible? Creo que no.Sin enjuiciar a nadie -no es mi intención-, aquel trabajo, en las condiciones legales y laborales de 1940 ó 1950, causó a miles de bercianos un daño inmenso y es el origen de nuestra actual pobreza. Basta con hacer bien las cuentas: en un lado de la balanza, el dinero corriente que aquella semiesclavitud generó al Bierzo (descontando lo que algunos empresarios «exportaron»); en el otro platillo de la balanza, el gasto sanitario, las pensiones y el dolor humano, y añadan también los daños colaterales familiares, alcoholismo, ludopatía y otras pestes; y los ecológicos a medio y largo plazo, con destrucción de ecosistemas rurales y agrícolas irrecuperables.

Ninguna actividad que produzca a la sociedad más gasto y daño que el supuesto beneficio puede considerarse un trabajo digno, ni sano ni sostenible.Multipliquen la cuenta de los miles de Marianos en todo El Bierzo, y entenderán por qué somos desde los años 70 una sociedad subvencionada, una economía sostenida desde fuera, empobrecida, al tiempo que durante todos estos años hemos exportado energía, electricidad y dinero a espuertas. Un negocio redondo, para otros, no para nuestra comarca.

La Declaración Universal de Derechos Humanos proclamó en 1948 el derecho a un trabajo digno, reformulado en la Agenda 2030 de la ONU, ODS 8, como el Derecho a un trabajo decente. Una labor penosa que provoca al obrero enfermedad y muerte no es un trabajo decente, ni en las minas de oro de Sudáfrica ni en las de antracita del Bierzo ni en los caucheros de la Amazonía. Como tampoco es digno un trabajo que arrase el Planeta. El Papa Francisco-mucho me gusta este argentino- acaba de proponer incluir en el catecismo católico el «pecado ecológico», el ecocidio como «la contaminación masiva del aire, de los recursos de tierra y agua, destrucción a gran escala de la flora y la fauna, y cualquier acción capaz de producir un desastre ecológico o destruir un ecosistema».

Me parece que en El Bierzo tenemos unos cuantos ecocidas: llaman «trabajo» a la esclavitud, hablan de «creación de empleo» cuando saquean la comarca, alardean de patriotismo y se llevan fuera los dividendos o abren las puertas a multinacionales, también ecocidas, al decir de Francisco. La ecuación de la igualdad y la justicia social pasa por el desarrollo sostenible, empleos de calidad sin dañar el medio ambiente. Para que no se repita la triste historia de miles de Marianos enfermos y una comarca empobrecida, la sociedad berciana debe estar alerta ante el anuncio de nuevos trabajo-basura, ligados a la destrucción y el saqueo colonial como las incineradoras y las nuevas minas que nos amenazan: en vez de carbón, ahora quieren saquear cinc, plomo y plata en Toral y Borrenes. Además de ser un ecocidio, es pecado. #ODSéateBierzo!

Próxima: ODS 9, Trabajo digno.
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