Este número, el 103.097, no se refiere a ningún premio de la lotería, ni al cupón de la ONCE. Se trata de una cifra ofrecida hace pocos días por el Ministerio de Sanidad. El título de la noticia, tal como aparece en la web de dicho ministerio, es el siguiente: «La tasa de interrupciones voluntarias del embarazo aumentó un 4,8% en 2023». Bien podríamos haber titulado este artículo como ‘La trituradora’. En efecto, el año pasado han sido triturados en España más de cien mil niños. Realmente es estremecedor, vergonzoso, repugnante, cruel… No importa que esta sociedad enferma y decadente, corrompida, lo considere como algo normal, como un derecho de la mujer, el destrozar la vida de su hijo. No importa que le cambiemos el nombre y hablemos de interrupción voluntaria del embarazo o como un tema de salud reproductiva. No podemos resignarnos. No podemos callar.
Precisamente hace quince días nos ha nacido una sobrina, prematuramente, con poco más un kilo de peso. Una preciosidad. Todos estamos deseosos de verla en persona y no solo por WhatsApp y poder tocarla y besarla. Es muy de agradecer todo lo que ha hecho y está haciendo el personal sanitario para sacarla adelante. La ciencia médica y los médicos están para eso. No para matar. ¡Cómo puede haber personal sanitario cuya conciencia les permita hacer semejantes atrocidades, por muy legales que sean! Legal no es sinónimo de moral o ético.
Cuando veo las fotos y vídeos de mi sobrina, pienso en los niños y niñas que no tienen tanta suerte, en esos más de cien mil, solo en un año, en España. ¿Acaso no tienen el mismo derecho que ella a vivir y a ser amados? No entiendo que a esto se le pueda llamar progresismo, si bien en realidad la palabra progresismo tiene poco de connotaciones positivas y está cada vez más desprestigiada. Pero tampoco entiendo la cobardía y la hipocresía de la derecha. En esto son prácticamente iguales. Hablan de la España vaciada, pero ellos la vacían más a costa de seres inocentes. En diez años, más de un millón.
Quizá a quien menos hay que culpabilizar es a algunas mujeres, que son manipuladas y engañadas, a las que no se les explica la verdad y la crueldad del aborto, que no reciben la ayuda y el apoyo que necesitan para sacar a sus hijos adelante, que no se les advierte de las crisis, remordimientos y depresiones que a algunas les van a sobrevenir cuando algún día, más pronto que tarde, sean conscientes de lo que han hecho.
Estas 103.097 vidas truncadas, casi 300 al día, solo pueden dejar indiferente a quien no tenga conciencia.
Este número, el 103.097, no se refiere a ningún premio de la lotería, ni al cupón de la ONCE. Se trata de una cifra ofrecida hace pocos días por el Ministerio de Sanidad. El título de la noticia, tal como aparece en la web de dicho ministerio, es el siguiente: «La tasa de interrupciones voluntarias del embarazo aumentó un 4,8% en 2023». Bien podríamos haber titulado este artículo como ‘La trituradora’. En efecto, el año pasado han sido triturados en España más de cien mil niños. Realmente es estremecedor, vergonzoso, repugnante, cruel… No importa que esta sociedad enferma y decadente, corrompida, lo considere como algo normal, como un derecho de la mujer, el destrozar la vida de su hijo. No importa que le cambiemos el nombre y hablemos de interrupción voluntaria del embarazo o como un tema de salud reproductiva. No podemos resignarnos. No podemos callar.
Precisamente hace quince días nos ha nacido una sobrina, prematuramente, con poco más un kilo de peso. Una preciosidad. Todos estamos deseosos de verla en persona y no solo por WhatsApp y poder tocarla y besarla. Es muy de agradecer todo lo que ha hecho y está haciendo el personal sanitario para sacarla adelante. La ciencia médica y los médicos están para eso. No para matar. ¡Cómo puede haber personal sanitario cuya conciencia les permita hacer semejantes atrocidades, por muy legales que sean! Legal no es sinónimo de moral o ético.
Cuando veo las fotos y vídeos de mi sobrina, pienso en los niños y niñas que no tienen tanta suerte, en esos más de cien mil, solo en un año, en España. ¿Acaso no tienen el mismo derecho que ella a vivir y a ser amados? No entiendo que a esto se le pueda llamar progresismo, si bien en realidad la palabra progresismo tiene poco de connotaciones positivas y está cada vez más desprestigiada. Pero tampoco entiendo la cobardía y la hipocresía de la derecha. En esto son prácticamente iguales. Hablan de la España vaciada, pero ellos la vacían más a costa de seres inocentes. En diez años, más de un millón.
Quizá a quien menos hay que culpabilizar es a algunas mujeres, que son manipuladas y engañadas, a las que no se les explica la verdad y la crueldad del aborto, que no reciben la ayuda y el apoyo que necesitan para sacar a sus hijos adelante, que no se les advierte de las crisis, remordimientos y depresiones que a algunas les van a sobrevenir cuando algún día, más pronto que tarde, sean conscientes de lo que han hecho.
Estas 103.097 vidas truncadas, casi 300 al día, solo pueden dejar indiferente a quien no tenga conciencia.