El próximo jueves se inaugurará por fin la que será la primera exposición de la fotógrafa Mary Wilson en su ciudad.
Acaba de llegar de Granada, donde ha presentado la Resistencia Sonora, un espectacular puzle compuesto por los retratos de los artistas de la música independiente española que han dejado testimonio escrito de sus recuerdos y reflexiones en la colección ‘Mis Documentos’, de Ediciones Chelsea. Una verdadera obra colectiva de resistencia cultural llena de color y de creatividad que de algún modo tenemos que poder ver en León.
Entre tanto, Mary Wilson nos trae 15, que así se llama la exposición que comenzará el jueves en el Palacio de los Guzmanes, y que ha viajado ya por Gijón y por Madrid.
Si el lector se asoma, por ejemplo a lo que tiene publicado en www.flickr.com/photos/mary_wilson/, comprobará que Mary Wilson viene a ser algo así como una coleccionista de lo bello, especialmente de lo retrobello. En ocasiones lo crea; con una inspiración claramente cinematográfica juega con el vestuario y con el atrezzo, sitúa a su actriz principal, que a veces es ella misma, compone el espacio, lo llena de luz y de sombras, y construye un diorama perfecto de un tiempo perdido de belleza y de serenidad, en el que el espectador puede refugiarse de un presente tantas veces feo y convulso.
En otras ocasiones se dedica a perseguirlo, observarlo a escondidas, capturarlo y conservarlo. Un momento perfecto en la infancia de una niña, con sabor a agua salada y texturas de arena y de piel morena, puede perderse a la misma velocidad a la que se diluye en el océano la ola que lo salpica, o deteriorarse lentamente en los recovecos de la memoria. La fotografía de Mary Wilson viene a ser entonces una forma de luchar contra el tiempo y el olvido, un ensayo sobre el arte de conservar la felicidad, que no es el trabajo de un reportero o de un documentalista, sino de un artista.
Decía Poe que la mera reproducción de la realidad «no autoriza a nadie a tomar el sagrado título de artista», para ello, lo que se percibe de la naturaleza a través de los sentidos–a través del objetivo de la cámara en este caso– tiene que haber atravesado el velo del alma. La realidad que Mary Wilson trata de conservar para nosotros ha atravesado el velo de un alma que ilumina, viñetea, suaviza y selecciona casi hasta la irrealidad.
Olviden los cielos plomizos y el color barro que traen las aguas del crecido Bernesga, 15 es la promesa de un verano perfecto que, aunque lo crean, se nos echa encima.
15
24/04/2016
Actualizado a
16/09/2019
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