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Abelgas de Luna: los panes vueltos libros

05/02/2025
 Actualizado a 05/02/2025
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Abelgas es un pueblo recóndito de la Montaña leonesa, en la cabecera del río Luna, un área marcada por el pantano y, en parte, anegada por él. Un área vecina de Babia, como también de Las Omañas, así como del valle de Arbas. Todo el núcleo indicado es, podríamos decirlo así, uno de los epicentros de la Montaña leonesa, de esa España húmeda, que, a lo largo de los siglos, ha ido configurando una cultura campesina propia y peculiar.

En Abelgas de Luna, Román Álvarez Rodríguez, catedrático de inglés de la universidad de Salamanca, oriundo de esta localidad leonesa, ha transformado la vieja panadería de su padre en biblioteca vecinal, para servicio y uso de todo el pueblo. Y la ha formado con sus propios libros, puestos a disposición de todo el vecindario.

Y es una biblioteca activa y vivida. En una fotografía, vemos el maravilloso espacio de la antigua panadería, con el suelo enlosado y las estanterías blancas, llenas de libros, iluminado el espacio por la claridad que entra por un ventanal alto, bajo la caída del tejado. Un espacio muy grato para la lectura.

Y, en otra fotografía, de tiempo veraniego, vemos al propio Román Álvarez parapetado tras un grupo de niños y adolescentes de ambos sexos, risueños y relajados, en uno de los ámbitos de tal biblioteca, protegidos todos por un buen conjunto de libros, reposando en sus estantes.

No queda todo ahí. También, en un cuaderno, escritas sus páginas con tinta azul de bolígrafo y caligrafiadas con mayúsculas, podemos las valoraciones de lectura de un vecino (cuyo nombre omitimos), quien, con fecha de 23 de febrero de 2024, nos deja sus impresiones personales sobre los libros leídos.

Una de tales notas indica: «El astrágalo. Pasable». O también: «La hojarasca. Muy legible y bien escrita…». O aún más: «Viento del este, viento del oeste. Para admiradores de la cultura china. Interesante». Y observaciones por el estilo, que documentan una buena costumbre, como es la de anotar lo leído y realizar una valoración personal, por pequeña que sea.

Muchas cosas se podrían decir sobre una iniciativa de tal tipo, como es la  de la creación, por iniciativa personal y a costa de los propios recursos y del propio patrimonio, de una biblioteca para uso comunitario en el propio pueblo natal.
Es lo que ha hecho el catedrático universitario leonés en la universidad de Salamanca, oriundo de Abelgas de Luna, en su propio pueblo. Ha transformado en biblioteca a vieja panadería de su padre. Ha abordado los gastos de tal transformación y, de su propia biblioteca personal, ha aportado más de tres mil libros, que sepamos.

Sobre tal iniciativa, ya han escrito, por ejemplo, Ana Gaitero o Ernesto Escapa. Nos sumamos, para que la sociedad, nuestra sociedad, advierta la ejemplaridad que tiene un gesto de amor a su tierra natal como el realizado por Román Álvarez. Una ejemplaridad atravesada por una generosidad digna de admiración.

Lo que, implícitamente, se nos está transmitiendo con una iniciativa como la realizada por este profesor leonés es que si se quiere se pueden mejorar nuestros pueblos y la vida vecinal en ellos.

En este caso, a través de la cultura, a través de los libros. Los panes se han vuelto libros. Un alimento necesario para mejorar nuestra condición y la de nuestra tierra.

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