Tras un fin de semana luminoso, dado que la mayoría de pueblos y ciudades han procedido a inaugurar el encendido navideño (muy bonito el de León, por cierto), hay que concluir que esa fue posiblemente la única luz que alumbró España a tenor de los acontecimientos vividos.
Exactamente un mes después de la terrible riada que arrasó valencia, el PSOE celebraba en Sevilla a bombo y platillo su 41 Congreso Federal, un auténtico baño de masas de militantes arropando a un acorralado Sánchez, «Ave, Pedro», que aplaudían como autómatas a sueldo al presidente, a su mujer y a todo el que desfilase con carnet o acreditación por el escenario de la vergüenza, mientras se vetaba la entrada a la prensa independiente. Sí, la censura ha vuelto. ¿Estamos ya en Corea del Norte, en Venezuela?
Teniendo en cuenta el sinfín de imputaciones que acechan a la cúpula de este partido, parece de recibo preguntarse, al ver entrar a Begoña en el recinto como si fuese Shakira, ¿qué demonios aplauden y por qué? ¿Aplauden a una señora que, vamos a decir «presuntamente» hasta que el juez Peinado dicte sentencia, ha impartido un master en la Complutense sin cualificación haciendo uso, en sus negocios privados, de recursos pertenecientes en exclusiva a la Presidencia del Gobierno?
No sé, no entiendo la algarabía. Solo se justifica por ignorancia (lógico, los medios oficiales solo cuentan la verdad de La Moncloa), miedo o codicia (cada uno aguanta su vela o su sillón). Es difícil disentir cuando el ‘koldo’ de turno te amenaza como uno más de la ‘famiglia’, en León lo sabemos bien.
Sin embargo, a pesar de ser muchos los hilos (hermano, Ábalos, Aldama, mascarillas, Air Europa, Globalia, hidrocarburos), no deberíamos olvidar el asunto más grave, su pecado más imperdonable: negligencia y omisión de socorro en la catástrofe. No es nada personal. Yo no estoy con el PP, no estoy con el PSOE. Yo, como ese hombre detenido en la manifestación, estoy con Paiporta.