Puestos a defender León y lo leonés soy de los que nunca se quedan para atrás y siempre pongo lo nuestro por delante. Y a poco que me haya leído en estas páginas o me conozca personalmente sabe que es verdad. Salvo con la universidad, el prieto picudo y poco más, donde resulta casi imposible hacer alarde de lo propio frente a otras muchas opciones, tenemos muchas razones para presumir de lo nuestro.
En mi época de estudiante, mucho antes de tener que pensar en ir a la universidad, no sabía qué carrera iba a hacer pero lo que tenía claro es que en León ninguna. Y no es por la falta de apego a lo más cercano ni por querer poner tierra de por medio, porque al fin y al cabo durante todo el curso, cada curso, casi cada fin de semana estaba en casa el viernes y volvía a marchar el domingo por la tarde o el lunes porque me quedé en Salamanca, no piense que vengo de Harvard ni de Oxford.
Hace veinte años la Universidad de León en general pero en algunas facultades en particular no eran las mismas que estos últimos años pero ya apuntaban maneras. Aún recuerdo un anuncio en un periódico de tirada nacional que ponía algo así como «Se necesita […] para importante empresa en expansión, incorporación inmediata, contrato indefinido. Abstenerse licenciados en la Universidad de León». Por eso, aunque ya lo tenía claro, me quedó más claro todavía que cuanto más lejos mejor.
Desde entonces la institución académica ha ido degenerando en consecuencia con lo que se pretende para el futuro de esta España nuestra, una sociedad inculta, atontada, fácilmente manejable, decadente y que no es capaz de pensar y actuar por sí misma. Pero viendo el otro día algunos trozos del debate entre los candidatos a rector y viendo la campaña sin entrar en detalles, me quedó claro cómo está el nivel de la casa.