04/11/2023
 Actualizado a 04/11/2023
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Hace no mucho tiempo escuché a un otrora periodista, ahora travestido en comisario político, que él no creía en lo de la política de cancelación, sino en que por fin en nuestro país la gente se hacía cargo de las consecuencias de sus actos y declaraciones. El comentario venía en relación a unas manifestaciones del exfutbolista Alfonso Pérez en las que daba su opinión sobre las diferencias entre el fútbol femenino y masculino. La reacción fue inmediata y tuvo como resultado que el estadio de fútbol de Getafe que llevaba su nombre, cambiara de denominación.

Huelga decir en ese caso en concreto y en cualquier otro, que lo que siempre hay que respetar es que todas las personas puedan expresar su opinión, ahora eso sí, no todas las opiniones son igual de respetables. Dicho esto, lo que también es evidente, y a la hemeroteca me remito, es que desde hace ya algún tiempo sí existe una política de cancelación, que se ejecuta sin ningún tipo de pudor y miramiento sólo en algunos temas y asuntos muy concretos. El efecto que provoca dicha política es que cada vez sean menos las personas que se atreven a manifestar su opinión, por miedo a las consecuencias. Una situación que me recuerda mucho a lo que ocurría en nuestro país hace unas décadas cuando vivíamos en una dictadura. 

No es la primera vez ni la última que comparto mis miedos sobre el futuro que nos espera debido a la falta de libertad que tenemos en la actualidad para expresar ciertas opiniones, que distan mucho de incitar al odio o ser constitutivas de delito. Creo firmemente que sí existe una política de cancelación, que hace que muchas personas se lo piensen antes de dar una opinión en una conversación entre amigos o a través de un medio de comunicación o redes sociales. 

Por esta razón, me parece de trileros de tres al cuarto aquellos que se escudan en el argumento de que lo que ocurre actualmente es que por fin la gente tiene que asumir que sus actos inapropiados tienen consecuencias. ¿De verdad que hay alguien ahora mismo con cierta dignidad que pueda defender eso en nuestro país? Visto lo visto, hasta yo he tenido que cambiar el discurso con el que llevo machacando a mi hija sobre que tiene que asumir las consecuencias cuando se equivoque. Ahora y para no faltar a la verdad, que es lo mínimo que se puede exigir a un padre en la educación de sus vástagos, le explico que cuando cometa algún error o ilegalidad tendrá o no consecuencias dependiendo de diferentes factores como, por ejemplo, lugar de residencia o ideología. Triste, pero cierto.

 

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