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Un Alcalde (de) León

12/11/2024
 Actualizado a 12/11/2024
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Estaba sentado observando y deleitándome con una de las pasiones más sinceras que tengo. Tan concentrado y embobado que lo que sucedía a mi alrededor era completamente ajeno a mi consciencia. Sin embargo, algunos de mis sentidos sí que se percataron de que alguien se había sentado justo a mi vera. Mi reojo pudo captar que era un hombre de buen porte, y en el olfato sentía que tenía olor agradable. Lo cierto es que no me importaba, yo venía a disfrutar cada segundo de un programa de radio en directo, como un niño viendo a sus divinidades futbolísticas. Pero minutos después, el hombre situó una pierna encima de la otra, de manera que uno de sus pies entró en mi campo visual. Llevaba unos calcetines de leones. No cualquier tipo de leones, unos leones de León. Tenía que saber quién era, así que giré la cabeza y momentáneamente me asaltó la sensación de que era Paco Mir, de Tricicle. No, no, era el alcalde de León, José Antonio Diez.

Como cada año, ‘La Brújula’ de Onda Cero visitó la ciudad. Veintiuno lleva haciéndolo, desde hace tres con Rafa Latorre al frente, locutor admirable y extremista de la generosidad. Un gallego más, otro. Me dijo una vez que Madrid era la quinta provincia gallega y cada vez lo veo más como teoría que como chascarrillo. Están enamorados de esta ciudad, de todos y cada uno de los elementos que ofrece. Comprensible. De manera que siempre que pueden se traen a un cazurro con denominación de origen, un leonesista de la cabeza a los pies, un hombre no bebe vino, no, bebe vino de León.

En cada entrevista, sea en medios locales o nacionales, termina teniendo una trascendencia como ningún otro en su posición. Libérrimo en toda su extensión, porque si ya lo era desde que desbancó a Antonio Silván allá por 2019, tras la intentona de Ferraz en 2022, su ferocidad alcanza cotas extremas. Sólo a ellos se les ocurre enfrentarse con un leonés muy leonés, ¡válgame! El enfrentamiento con la dirección federal fue creciendo desde su llegada a la alcaldía, y aquel choque, al borde de la chirinola, con Koldo (¡Koldo!) cuando el ministro Ábalos (¡Ábalos!) visitó la ciudad, como el culmen de las desavenencias. Se decidió que había que darle la patada, y finalmente se la dio el de los calcetines, seguro que con ellos puestos. Venció al aparato en las primarias a la secretaría general del PSOE de León y por tanto la candidatura a la alcaldía. Resultó reelegido el pasado año y ahora tienen en su figura a alguien que los pellizcos de monja los da a cabezazos y hasta que el otro sangre. 

Tan sólo en esta entrevista de Latorre: reivindicó la recentralización de determinadas competencias tras la descoordinación de administraciones en la Dana de Valencia y en la pandemia; continuó su apoyo sin paliativos a la emancipación de la provincia, sea en una comunidad autónoma uniprovincial o con Asturias; siguió defendiendo a Tudanca (creo que sólo lo hace por tocar los pelendengues); atacó frontalmente a Santos Cerdán por sus prácticas orgánicas, ya que no es nadie para ello y no ha ganado nada para tener tal poder («váyase usted por ahí»); relacionó a Koldo con todos ellos (obviamente) y lo llamó «matón, macarra, maleducado, sin ningún tipo de formación ni cultura para estar donde estaba»; priorizó el encendido de las luces navideñas frente al Congreso Federal de Sevilla; profundizó en su enemistad con Óscar Puente y Javier Alfonso Cendón.

La política municipal ya la valoran ustedes que yo pertenezco a otros. Pero es un tanto admirable ver a un político concibiendo sus quehaceres sin interpretar un papel que toca en ese momento. Una persona que dice lo que le viene y califica sin pragmatismos partidistas. Capaz de enfrentarse contra todo y mandar a la porra a dirigentes nacionales del partido propio. De soltar opiniones extendidas en la ciudadanía que supuestamente no pueden ser de recibo. También es cierto que todo ello le ha construido una personalidad política propia y extensión de conocimiento, lo que favorece sus posibilidades como un alcalde de larga época. Tal vez esto también sea un personaje, más de a pie y callejero, más conectado con la estupefacción general, pero personaje. Porque un programa de radio tiene límite de tiempo, sino veía al alcalde subiéndose a la mesa, micro en mano, gritando vivas con el puño en alto y una máscara de león: ¡Viva la cecina, viva el vinín, viva El Húmedo, viva la Cultu, viva Café Quijano y viva León!

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