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Alegría de mercado, rabia de mercadillo

30/06/2024
 Actualizado a 30/06/2024
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Hay alegría en el mercado financiero, bursátil e inversor. Buenos resultados consigue el Ibex y vive el Wall Street revolucionado con el crecimiento de Nvidia, la fabricante de chips para herramientas de inteligencia artificial, que cierra el triángulo de los tres empresotes capitalizados con más de tres billones. Señoras y señores, la bonanza económica está aquí (pero no viene sola sino con su excesivo déficit delante, su precariedad brutal detrás, más su vivienda inaccesible a un lado, todo minucias para la macroeconomía). Y no se espera una pronta retirada. Todo eso afirmaba (o así entendí) recientemente el director de KPMG España desde una torre de las construidas por su Florentineza, soberano del extremo madridismo. 

Y mientras, en nuestro mercadillo dominical la policía, por sospecha de origen ilícito, se incautaba de mil trescientas piezas de una conocida marca de ropa interior y baño para rabia de los comerciantes afectados. La perpetua rabia del rastro, que también carcome al que jamás ha conseguido allí ninguna ganga memorable, ni aquellos Bonaventure comprados a los trece y que nunca me gustaron, ni las Jordan VI que vi con un colega un domingo y que al siguiente se llevó para la saca el hermano del colega, a quien este había dado el chivatazo para que se me adelantase. La traición se había consumado, como dirían ahora. 

Todo convive en la edad contemporánea, los grandes flujos de capital y la compra más básica, la especulación de altos vuelos y el robo de bragas y calzoncillos, las transacciones online y el regateo cara a cara bajo un toldo negro perforado. Hay momentos, artículos y consumidores para todo el espectro, y supongo que los organismos que se dedican a la diagnosis social lo sepan, si saben como dice saber el INE lo que va a pasar incluso de aquí a cincuenta años. Si no lo saben, ya estamos aquí los predicadores para hacernos eco.

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