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Algunas tradiciones de San Juan

26/06/2024
 Actualizado a 26/06/2024
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Como es bien sabido, el solsticio de invierno está cristianizado en la fiesta del nacimiento de Cristo y del de verano, en la del nacimiento de San Juan Bautista.
Las tradiciones campesinas leonesas en torno a San Juan Bautista obedecen al triple eje de todas las tradiciones de los pueblos peninsulares: el fuego, el agua y la vegetación.


Comencemos por el último. Durante la noche de San Juan, los mozos, en ronda por las calles, van poniendo los ramos a las mozas. Y, también, en la iglesia, como moza mayor, a la Virgen. Las variantes son numerosas. En Las Grañeras, siempre era de chopo el ramo; mientras que en Oville, solía ser de cerezo, o, también de escoba o retama con flores amarillas. Por dar dos meros ejemplos.


Y, de tal tradición, procedían coplas como las siguientes: en la comarca de Rueda, se decía: «La noche de San Pedro, / te puse el ramo; / la de San Juan no pude, / que estuve malo». Copla de la que recogimos la siguiente variante en la localidad maragata de Santiago Millas: «El día de San Juan / te puse el ramo / y el día de San Pedro / te lo he quitado».


Pero aquí viene otra tradición sanjuaniega que, acaso, sea peculiar de algunas áreas leonesas: la de la leche. En Lugueros, los mozos ponían también los ramos a las mozas por San Juan y luego pedían la leche y los vecinos les daban una botija de leche. Y luego «hacían una función y baile» –se nos indica. Mientras que en Oville (a cuyo ramo acabamos de aludir) también «los chicos» pedían leche por las casas.


Otra creencia relacionada con San Juan es la de echar un huevo (entero, o solo su clara) en un vaso, ponerlo al sereno durante la noche y, por la mañana, al amanecer, aparecer convertido en un barco. Es lo que ocurría en Matadeón de los Oteros («la clara subió hacia arriba –nos indicaba una anciana, Leonora, en 2003, que acaso ya haya fallecido–, formó como un barco y la yema como que era la caja del barco») o, mucho más lejos, en Isoba, donde la clara dejada al sereno durante la noche de San Juan se transformaba en barco y, si se hacía la noche de San Pedro, «aparecía la figura de las llaves», en honor al primer santo papa de la cristiandad.


Los ritos con el agua también son significativos. En Villanueva de Omaña, se cree que es bueno lavarse la cara la mañana de San Juan antes de la salida del sol. Mientras que, en Santa María del Monte –donde se llama al santo San Juan el Verde–, también se va por agua y se recoge, de madrugada, por el carácter salutífero que se le otorga.


Otra creencia en torno a la mañana de San Juan es que ese día sale el sol bailando o dando; como nos cuentan en Santa María del Monte o, también, en Villar de Ciervos.


Y es en esta localidad maragata, en Villar de Ciervos, donde se nos narra todo el cúmulo de ritos con los que celebran la fiesta de San Juan: encienden una hoguera por la noche; enraman las fuentes con un arco de zarzas, que adornan con flores y rosas; recogen plantas consideradas salutíferas, al amanecer, antes de la salida del sol, como el sabugo y otras; lavan jamones y chorizos con agua, para que no les entre la polilla; salen a la pradera y se revuelcan, porque el rocío de la mañana de San Juan es bueno; o van al río a lavarse o bañarse; y salen, claro, a ver bailar el sol al amanecer.


La magia de San Juan, la magia del solsticio de verano, siempre ha encandilado a nuestras gentes y nuestros pueblos.

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