Según la RAE, paradoja es un «hecho o dicho aparentemente contrario a la lógica». Por ejemplo.
Cuando éramos chavales, contábamos chistes que hoy, por aquello del avance de los tiempos, podrían calificarse solamente «para mayores», tal como aquél en que uno de tus amiguetes te preguntaba: «¿Sabes cuál es la paradoja dinámica? ¿No, verdad? Pues el carro del lechero, que cuanta más leche lleva, más despacio va». Una auténtica paradoja… que solamente entendemos los que peinamos canas y poco más, porque, a ver quién de nuestros nietos sabe qué es eso del carro del lechero. Aunque, por lo que sé, aún exista en Gran Bretaña el servicio de leche a domicilio. En fin, pues eso, sólo para mayores.
Pero, aparte de la broma, ya en serio.
Tenemos unos cuantos millones de empleados públicos, más que toda Alemania, que casi nos dobla en población, y… una cita previa para cualquier papeleo necesita más paciencia que el Santo Job. Además, una vez conseguida la cita, es para semanas después, cuando no meses. Y las respuestas y contrarrespuestas, lo mismo de lo mismo… y, por lo que nos dicen, no hay suficientes funcionarios para atender las primeras y responder a las segundas.
No hay camareros, ebanistas, yesistas, esquiladores y un montón de oficios más. De esos muchos pertenecen, sobre todo, al campo de la construcción. Y eso que no hay mucha actividad global, que si estuviéramos con una demanda, no digamos como entre 2000 y 2008, sino la cuarta parte, tendríamos que traer edificios prefabricados de otros países. Mientras, disponemos de una enorme cantera de parados, de todo tipo y condición, que, al parecer, no saben hacer nada de esos oficios…. Claro que si quieres una reparación de tu casa, florecen ofertas, eso sí, bajo cuerda y sin factura.
Y hablando de parados y esa cantera, resulta que son incluso más de los que nos dicen, por aquello de los contratos discontinuos, que paradójicamente (ejem, ejem), temporalmente cobran el paro, pero… no están parados.
Faltan médicos, sobre todo en atención primaria, sobre todo en los pueblos, y, además, nos dicen que se avecinan unos años de bajas por jubilación…. Pero no hay manera de que se pongan en marcha nuevas Facultades de Medicina, y, sino, que se lo pregunten a la Universidad de León.
Conozco el caso de una dominicana que dio a luz un bonito niño. Sabedora de las ayudas para inmigrantes, se dirigió al departamento correspondiente para solicitarlas. Todo fue gloria y alegría. Hasta que la pidieron el NIE (documento de identidad de extranjero), que no tenía, pero sí DNI porque llevaba años en España… Y allí se acabó la conversación, pues, tal y como le dijeron, en ese caso, para ella, española ya, no había ninguna ayuda. (¿?)
Conozco Huelva bastante. Una provincia con una serranía estupenda, cuna del jamón de Jabugo, playas kilométricas con un turismo por toda esa playas, kilómetros cuadrados de naranjos, fresas, arándanos y frambuesas, con un paro del 24 %, miles de emigrantes africanos… y anualmente se traen autobuses enteros desde Marruecos para las campañas de recogida.
Desde hace años han aparecido en nuestras vidas médicos y médicas, jueces y juezas, vascos y vascas, una explosión de lenguaje inclusivo… pero aún no hemos visto a nadie, ni al más furibundo de sus defensores, hablarnos de los ciclistos y las ciclistas, los pianistos y las pianistas o de los violinistos y las violinistas.
Y qué decir de los toros, en un país, España, al que desde hace muchos años, en conversaciones nos hemos referido como «esta piel de toro» (supongo que por la similitud que la imagen en el mapamundi tiene). Que ha sido un elemento icónico en Picasso, Goya y miles de personajes relevantes… y ahora estamos en marcha para que desaparezcan hasta como parte de su patrimonio cultural (que lo es).
Y más y más paradojas que encontraremos, en cuanto hurguemos un poco.
Así que, como diría un alemán en su español germanizado: «mi, no entenderrrr».