02/12/2024
 Actualizado a 02/12/2024
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León huele a tierra quemada. Dice este mismo periódico (día 27 de noviembre) que nuestro León es la provincia que más fuegos («quemas» que diría Domingo Llamas) suma este año, con un total de 160. Solo en el de Castrillo resultaron arrasadas 600 hectáreas. No puede ser. No podemos ser tan necios como para no tomar medidas inmediatas y eficaces. Aunque sea, volveremos los muchos emigrantes y limpiaremos los montes, y aprenderemos a pacer la hierba, y talaremos las urces, y podaremos las retamas de los robles. Regresaremos a nuestros lugares de rigen y rebuscaremos en las cuadras y portalones aquellas herramientas necesarias. Picaremos las güadañas. Afilaremos las hoces. Y si las autoridades tratan de interponerse en nuestro empeño sacaremos a relucir los trapos sucios. Encenderemos el ventilador. Rescataremos del olvido los «saris» (manteos) de nuestros padres y convocaremos a hacendera al toque de campana.

Porque aquello todavía es nuestro. Allí dejamos , nuestra infancia y nuestros dibujos de un mañana que jamás creímos tan lejano. ¡Nostalgia sí; melancolía, no! Haremos nuestro el lema de Luis Mateo. La melancolía no sirve para nada. Es una enfermedad difícil de diagnosticar y su cura no está al alcance de la clase trabajadora. No hay psicólogos bastantes para atender a tantos melancólicos

Y no estamos acusando a nadie. Se trata de obviar relatos, y disquisiciones, que siempre acaban en nada. Se trata de actuar, de tomar el camino recto cargados de soluciones y de esperanza. De dejar al lado la política y enfrentarse a los problemas con la mejor herramienta que nos dieron los dioses: la inteligencia. Y con la maquinaria más perfecto que se conoce: nuestras manos. 

No, no acusaremos a nadie. Como ha dicho Felipe González (que tanto sabe de eso) cuando se pone en cuestión el desastre de la administración de Pedro Sánchez: «Conozco a muchos que podían solucionar el problema; pero si digo sus nombres, los mato».

Las imágenes de los voluntarios limpiando el fango dejado por la Dana, nos han dado la idea de regresar en masa a nuestra tierra para dejarla como la dejaban entonces los rebaños: como una patena (como dirían Domingo y Paula ) Y, si es preciso, haremos unas rogativas para que vuelvan ellos también de allí donde estén ,a ayudarnos. Volveremos a la Iglesia del pueblo y rezaremos a Santa Inés, y a San Isidro Labrador, impetrando su auxilio. Cantaremos otra vez la Salve. Comulgaremos también si hace falta. Pasaremos el cepillo para comprar alguna nueva maquinaria. Vamos a apagar el fuego de la desesperanza. ¿Dónde tirarán, si no, nuestras cenizas? No queremos ver nuestra memoria quemada.

 

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