14/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
Hace años escuché a una buena amiga decir una magnífica frase que últimamente utilizo mucho, y que refleja perfectamente el estado actual de muchos de nuestros politólogos: «El dinerito es muy rico».

Tal es la situación actual con estas personas humanas, que ya no nos extrañamos cuando leemos o escuchamos en los boletines informativos que nuestros gestores, tras los comicios, han utilizado los primeros plenos para ponerse de acuerdo en la subida de sueldos.

Aumento de las dedicaciones exclusivas, no sólo para los que mandan, sino también para sus oponentes, incremento en el número de colaboradores, asesores, secretarios… Da igual el lugar o la región, existen alcaldes de pueblos en la España vacía, que entre veinte localidades no juntan más de doscientos vecinos, pero que siempre suelen ponerse buenos sueldos. Ellos se escudan en que es una retribución acorde a lo que ganaban en lo privado –permítanme que me descojone–, además de exiliados de todo tipo, que para justificar su destierro, y pensando que somos momos, únicamente se asignan la media dedicación, creyendo que por ser menor pasará de largo.

Durante la campaña electoral todo era muy romántico e idílico: «venimos a servir, con gran esfuerzo y con la oposición de parte de la familia», nos contaban algunos de los personajes que se han metido en este arte. Querer tocar pelo en dos instituciones, como alguna política de la capital que criticaba los viejos vicios y privilegios, y ahora ella misma disfruta, y que según cuentan en su partido naranja llegó a verse con la posibilidad de multiplicar su sueldo por dos (dos puestos, dos sueldos y quién sabe igual hasta dos extraordinarias), fruto todo ello de la ignorancia y del atrevimiento. Pero permítanme que esta semana, el número uno, de los que vienen a servir al prójimo, sea para el candidato de Podemos Equo al Ayuntamiento de León.

No sé ustedes, pero yo aún recuerdo sus intervenciones en entrevistas y debates previos a la cita electoral, sobre todo la famosa perfomance que se marcó el día de la toma de posesión con ese genial ‘Ubuntu’, término proveniente de la lengua africana Zulú, y que según nos contó, era una regla ética enfocada hacia la lealtad de las personas y las relaciones entre ellas.

Me pregunto estos días dónde quedó el dicho Zulú cuando Nicanor decidió ir por libre (Equo ya se ha manifestado en contra y Podemos lo está valorando), aceptando la dedicación exclusiva y el dinerito que ello conlleva, a cambio de dedicarse en cuerpo y alma a la tan complicada, correosa y exigente concejalía de: Participación Ciudadana.
Lo más leído