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Amnistía y magnanimidad

10/01/2024
 Actualizado a 10/01/2024
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La amnistía y el indulto hacen referencia al perdón, pero el indulto se refiere a una pena de personas condenadas, la amnistía se relaciona con el perdón del delito, haya o no sentencia o condena

Según la RAC amnistía viene de ‘amnëstia’, es decir, olvido; perdón de ciertos delitos, que extingue las responsabilidades de sus autores

El indulto remite total o parcialmente la pena, o conmuta esa pena. Por lo tanto, el indultado no perdería su condición de condenado y si volviera a la senda del delito sería considerado reincidente, mientras que el amnistiado se le olvida el delito y además se le otorga la falta de responsabilidad de sus autores.

La amnistía no está contemplada en la Constitución.

Existe otro concepto aplicable, quizás más comprensivo para la gente que es la magnanimidad, de ‘magnanimitas-atis’ que equivale a benevolencia, clemencia y que tiene que ver con el concepto de nobleza, generosidad, altruismo, magnificencia y liberalidad, sinónimos verdaderamente positivos.

En esta España de enfrentamiento en que los políticos a los que les gusta aferrarse al sillón a cambio de cualquier cosa, sin tener en cuenta el bien común, quizás deberían desempolvar aquello que aprendieron en su tierna infancia sobre la bondad y llevarse bien con el discrepante, el vecino, y acudir a los servicios de los insignes jueces de paz que ponían en la vía del diálogo a las partes enfrentadas.

Sería todo más sencillo que cada uno se volviera amnésico de los errores que ha cometido, pidiera perdón en un foro nacional, ante los espectadores españoles que utilizan las urnas democráticas, se dejaran de pamplinas y no alborotasen el gallinero con formas indecentes para conseguir fines espurios e inconfesables.

Los que desean administrar la caja de los dineros de forma independiente, objetivo perseguido hace siglos, deberían exponer sus vergüenzas públicas indudables en un acto de contrición, junto a los mandamases del erario público centralista y, todos, realizar un largo recorrido de cilicios para que de una vez por todas la España que deseamos las mayorías, de reconciliación, convivencia, progreso de verdad, educación, científica y cultural, prevalezca y se instale de una vez por todas en el concierto internacional, sin sufrir vaivenes que hielen la sangre cada cierto período de tiempo.

Los ‘indepes’ deben considerar sus posturas y todos deben querer más el terreno previo que pisan a diario, su organización y símbolos, su tradición y sus historias que deben acoger los hechos de todo el territorio, con respeto y veracidad, para seguir construyendo la nación fuerte que tendría que ser España, sin dar alas a los pregoneros de la negatividad.

Todos estamos en el mismo barco, con las diferencias que hacen de este país, España, tan diverso y tan rico, importante y atractivo para todo el que lo conoce en su profundidad y que hace de él uno de los pueblos, diversos y único, más fascinante. Sólo hace falta asomarse a las ventanas del mundo para comprobarlo y cómo no somos conscientes de las envidias que suscitamos y el alboroto que se forma cuando los demás contemplan cómo se destrozan los españoles entre sí, sobre todo cuando han logrado cotas importantes de convivencia y progreso.

España necesita, no es la primer vez que lo comentamos ,un momento de interiorización de todo lo que le hace peculiar en la diversidad, tener como meta una ilusión común sin que unos y otros traten de apoderarse de sus esencias, mucha calma y discrecionalidad, espíritu de entrega y comprensión, cuidar las herencias recibidas en el orden material y espiritual, más amor por sus peculiaridades, cuidar la tradición, no mirarse demasiado en los defectos que aumentan y azuzan demasiado los enemigos hispanos, con la creación de multitud de leyendas y calumnias , lavar su imagen definitivamente y darse un gran abrazo comunitario en calles, plazas, pueblos, barrios y ciudades, desterrando y desmantelando las conveniencias, la radicalidad, el sectarismo, la corrupción, el amiguismo, la colonización de las instituciones del Estado y centrándose más bien en la producción, la convivencia y la prosperidad.

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