15/03/2025
 Actualizado a 15/03/2025
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Esta semana ha sido generosa conmigo, no lo puedo negar. El pasado martes tuve el privilegio de participar en la tertulia ‘online’ que dirige desde Madrid el escritor Justo Sotelo, a quien quiero y admiro mucho. Esta tertulia es posiblemente una de las más interesantes en nuestro país y cada martes, presencial o virtualmente, los tertulianos charlan y debaten sobre diferentes temas relacionados con el arte y la cultura, contando además con la excelente crítico Almudena Mestre.

Como acaba de publicarse mi último libro de poesía, ‘Dos amantes en el noroeste’, inevitablemente hablamos de amor. Cuando terminó la velada y los días posteriores, me di cuenta de hasta qué punto la poesía, la música y el arte en general actúan casi siempre como salvavidas de la humanidad.

El otro día un cantautor decía que no estamos ante una época de cambios sino ante un cambio de época. Tiene razón. Guerras sin sentido que no deseamos, conflictos económicos, polarización, geopolítica compleja en la que a veces nos perdemos escuchando a expertos que quién sabe de qué lado están y si opinan con cartas limpias o marcadas. 

Europa no debe entrar en una guerra que no puede ganar. ¿Es la solución armarse o el deseo de unos pocos que mueven los hilos por intereses económicos? ¿Estamos abandonados a nuestra propia suerte? ¿Nos convertiremos en un parque temático o un museo de puertas abiertas frente al capitalismo feroz del otro lado del Atlántico? ¿Nos destrozará la Inteligencia Artificial? 

No lo sé. Nadie lo sabe. Nuestra única certeza es conservar el amor. Amor como alternativa, como receta y solucionario. No entrar al trapo, no dejarnos arrastrar por el odio o el desánimo. Ser fuertes porque discutir y odiar es fácil. Basta con provocar, encender la llama anhelante que muchos van dejando por aquí y por allá para que caigamos en la trampa. No sigamos el juego. Banderas blancas. Lo difícil siempre ha sido lo contrario. Amar es de valientes.

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