Dice el dicho popular «si no quieres caldo tres tazas» y ésto es lo que ha ocurrido con la convocatoria de elecciones reciente, que corrobora aquello de «ande yo caliente, ríase la gente» o lo de «cómo vender bien la burra», pero, en fin, vayamos al grano, porque si comentamos la cantidad de expresiones que tenemos los españoles para describir el sin sentido de algunos cuando se les pone al mando de la carreta, estamos aquí hasta el día del juicio. Preguntamos: ¿Cómo es posible que mentes que se dicen escogidas por el toque de la sabiduría de los comicios, no se percaten de que su ciclo ha concluido, no se hacen a un lado y convocan todas las elecciones democráticas en un solo acto y se ahorra tiempo, dolores de cabeza y dinero? Pues he ahí la cuestión, después de haber oído hasta la saciedad a los que tienen el mando del poder, una y otra vez, que si se agotaba el ciclo aceptarían los resultados como unos benditos. Más, cuando los vientos de los dioses soplan en su contra y les dan un revolcón troyano de no te menees, sacan su vena de poseedores de la verdad democrática, se retiran a sus aposentos, no encajan la derrota y se sacan de la chistera demagógica un despropósito que no es aceptable en una democracia moderna y consolidada.
La convocatoria de elecciones para el próximo julio, en plena canícula, con los calores que se supone caerán como un castigo divino, aumentados por ese ejército de meteorólogos áulicos y destruyendo la planificación de las vacaciones de muchos españoles, deja a las claras que esos políticos que diseñan planes en salones, con aire acondicionado y de sobrado soporte económico, cuáles son sus fines que no están en sintonía con la inmensa mayoría de los españoles que se lo tienen que montar de forma precaria sólo unos días, pagarse su desplazamiento y hotel, aguantar las mentiras y los impuestos desorbitados, más las noticias falsas que se originan en esas franjas horarias donde es mejor desconectar los aparatos que reproducen las figuras de personajes en estado de desesperanza, porque se agota el tiempo de su holganza y trabajo desenfrenado para deshacer las cuadernas de la nave del Estado.
En la confianza de que la mejor estrategia es un buen ataque, cuando las huestes que habían obtenido un rotundo y apabullante triunfo en unas elecciones municipales y autonómicas estaban celebrando el acontecimiento y sin dar lugar a la formación de los órganos municipales y autonómicos, se saca de la manga la carta de elecciones generales en una época no apropiada y realizando un acto propagandístico de ataque al adversario, incurriendo en los mismos defectos y estilos de enfrentamiento que se han padecido durante estos últimos tiempos. No tiene sentido este acto de rabia ególatra del que tiene el poder porque se volverá no sólo en contra del que lo hace, si no del propio sistema democrático que ha costado mucho consolidar. Cuando se anteponen los deseos personales al interés general, tenemos un inmenso problema como pueblo, ya que disponemos de dirigentes que se han apropiado de la esencia de la democracia, que dictamina algo tan importante como aquello de que si no te refrenda el pueblo lo que estás haciendo debes hacerte a un lado, despedirte con estilo, saludar, agradecer el tiempo que las urnas te han dejado estar ,y ofrecer la plaza a otro con el fin de que realice la faena de forma más eficaz y sin ruido molesto.
Cuando se ejerce el poder de forma solitaria, autosuficiente y con alianzas contra natura, que hacen peligrar el bienestar de la mayoría, incluso de tu propio partido, corres el peligro de que la goma de borrar de la historia te deje sin plaza y que, incluso también la marca que te respalda cambie de forma y de fondo, para reinventarse porque la has hecho añicos.
Bien es verdad que España es un país enternecedor, a veces maravilloso y otras, te puede llevar al desastre, el asombro y hasta la desdicha, pero es un gran país, sin duda, porque hasta en aquellos momentos en que la angustia parece que va a nublar nuestro futuro, surge la sensatez y el ingenio y hasta los más recalcitrantes ideólogos de la utopía , se dan cuenta que hay que pisar tierra, bajar de las nubes y reorientar el rumbo de la nave. Esperemos que alguna vez sea la última y ya todos rememos en la misma dirección, para que, blancos, rojos, azules, naranjas… lleguen al puerto de la concordia y la razón.
De todas formas, pese al calor y las circunstancias anómalas, esperamos que las gentes ese día proclamen, con su voto, que la democracia supera todo tipo de decisiones absurdas y pone en su sitio a todo aquel que la quiere secuestrar y vaciar de contenido. Es un deseo y casi una exigencia de todo el que ama la libertad, aborrece el fanatismo y el sectarismo que son la lepra democrática de todo sistema.
Análisis de una convocatoria electoral
07/06/2023
Actualizado a
07/06/2023
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