31/12/2024
 Actualizado a 31/12/2024
Guardar

El fin de año es una buena ocasión para hacer un balance del año que se fue. En honor a la verdad, somos muchas las personas que tenemos que dar gracias a Dios por todas las cosas buenas que hemos recibido a lo largo del 2024. Otros, desgraciadamente, preferirían que no se repitiera. Isabel II de Inglaterra hizo especialmente suya la expresión de ‘annus horribilis’ al terminar el 1992, y motivos para ello no le faltaban.

Tal vez en su fuero interno el inquilino de la Moncloa tenga análogos sentimientos a los de la última reina de Inglaterra, si bien, a la hora de hacer un balance ante la opinión pública, parecería más bien inclinarse por la expresión ‘annus mirabilis’, año admirable. En efecto, según él, todo va sobre ruedas y muy especialmente la economía. Claro que la economía con frecuencia suele funcionar gracias a empresarios y trabajadores, y a pesar de los gobiernos. En todo caso, los logros de la macroeconomía no siempre se corresponden con su reflejo en familias e individuos y no son incompatibles con el cierre de muchas empresas, como está sucediendo. Por otra parte la economía no lo es todo. Hay otros valores en franca decadencia.

¿Cómo se puede decir que es todo maravilloso cuando algo tan elemental y necesario como poder disfrutar de una vivienda, ya sea en propiedad o en alquiler, en estos últimos años se ha convertido en un sueño imposible? ¿Podemos fiarnos, de cara al futuro, de quienes no han hecho nada en cinco años? 

Otro tema atrozmente gestionado es el de la inmigración. No se trata de criticar el derecho de las personas a emigrar, pero sí de la forma en que está teniendo lugar. La llegada constante de cientos, de miles de seres humanos, a nuestras costas en unas condiciones indignas, con miles de muertos en el trayecto, sin que se ponga freno a las mafias, pone en evidencia la inutilidad, o la perversión, de nuestros gobernantes. O no saben o no quieren hacer nada. Eso es gravísimo.

Como gravísima y escandalosa es la lucha de nuestros gobernantes contra la independencia del poder judicial, en este caso, para burlar la acción de la justicia ante sus corrupciones y atropellos. Es lo más parecido a una dictadura. Y, para terminar, aunque haya más temas, tenemos la gestión de la Dana. ¿Qué tiene que ocurrir para que en España se declare el estado de alarma? ¿Cómo es posible utilizar una catástrofe de tal magnitud, y eludir las responsabilidades, para hundir al adversario político, en lugar de unir fuerzas para hacer frente a los problemas ocasionados? ¡Horrible!

 

Lo más leído