dario-prieto.jpg

Aquí vivía yo

02/03/2025
 Actualizado a 02/03/2025
Guardar

Cuántas veces pasamos por delante de una casa antigua y pensamos todo lo que vivimos ahí dentro. Todos los recuerdos que vienen de golpe mientras unos viandantes te esquivan y te miran raro. Pensar en todas las personas que pasaron por ahí y con las que no volviste a hablar jamás. Entonar el «aquí vivía yo» de aquel título del disco de Le Mans.

Me pasó no hace mucho. Una casa en la que apenas pasé 18 meses. Un casoplón encima de un restaurante donde servían carne de canguro y avestruz en el que nunca comí. Las mismas ramas de los árboles que invadían los balconcitos de las ventanas del salón. La misma farola a cuya luz me fumé tantos cigarros (cuando todavía fumaba), pensando qué sentido tenía todo lo que estaba haciendo. La misma cama en la que… ay, mejor dejarlo.

Hay algo en las casas que han sido de uno y que ya no lo son. Una sensación como de expropiación de los recuerdos, de fotografías con el color desvaído, de memorias impresionadas en la memoria cada vez más renqueante. Pero también hay un apego extraño, una capacidad para recuperar memorias y de contarlas a quien te acompaña en ese momento determinado. Aquí vivía yo y una vez subieron mis amigos a una fiesta que yo daba, pero se metieron en la misma letra del piso de abajo, donde casualmente daban otra fiesta. Y así estuvieron un rato, hasta que alguien les preguntó quién demonios eran. Y ellos dijeron que eran amigos de Darío y les respondieron que qué Darío y entonces se quedaron mirándose fijamente y cruzaron pensamientos y cayeron en la cuenta que era todo en el piso de arriba. Que fue poco más o menos lo que yo viví alguna vez en alguna otra fiesta en alguna otra casa.

La vida nos empuja por caminos extraños que no siempre sabemos controlar. Como en una corriente de agua que nos arrastra, no de esas de rafting, que parece que vas a morir ahogado, pero siempre sales a la superficie tras engullir un par de decilitros de agua. Es más bien una incapacidad para escribir lo que nos pasa a continuación. Como la canción de Pata Negra: «Y no has notado que has vivido cuando pasa la vida [...] Tus ilusiones y tus bellos sueños, todo se olvida».

Hoy que las casas tienen un peso grave, dramático, volver a los sitios en los que fuimos felices y tristes tienen un algo que no sabemos describir bien. Pero la vida nos ata a los lugares, a unas ubicaciones geográficas concretas. Aquí vivía yo. Y aquí viviré siempre con todos los que me acompañasteis toda la vida.

Lo más leído