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Armunia era la reina

27/08/2024
 Actualizado a 27/08/2024
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En la anterior colaboración hacia referencia a la finalización del verano, lo cual, poco a poco, nos hace pensar en lo que viene y, sobre todo, a los que, con muchos menos años, conocimos. Que me perdonen los jóvenes que se atrevan a leer estas reflexiones y que a ellos, como nos pasó a nosotros en su momento, pero es que cada año, como es lógico, en determinadas fiestas señaladas (se dice), se nos presentan aquellos recuerdos en que las fiestas populares, sobre todo las de cerca de la capital, marcaban el calendario de las que acudir de manera gratuita. Sin lugar a duda, ARMUNIA, con mayúsculas, era la Reina de las fiestas veraniegas al aire libre elegida por la juventud, que se celebraba el día 15 de agosto (día de la Asunción) como la más demandada de todas las fiestas que se prodigaban al aire libre y gratis, me atrevo a decirlo sin miedo a equivocarme. Aquella pradera, hoy edificada, presentaba un ambiente festivo como no había otro en todas las cercanías de la provincia, en cuanto a asistencia.

Más de una regañina tuvimos que soportar, amén de un mosquilón a mano abierta que te calentaba las orejas por llegar tarde a casa después de la caminata hasta casa, cuando tocaban retreta a las 10 de la noche. La causa de este retraso, muchas veces, venía dado por la circunstancia de haber encontrado pareja de baile, hoy se diría por haber ligado, cosa nada fácil cuando estabas en plena adolescencia cargada de inocencia. Como tampoco había teléfonos móviles, y de dinero andabas con lo justo para llamar a casa avisando del retraso para no disgustar a la familia por el retraso, te pegabas una caminata con los demás chavales del barrio para cumplir con el horario previsto y, de esta forma, evitar el castigo que ello comportaba. Recuerdo ver a dos amigos, después de haber pasado la tarde en aquella era sentados a la orilla de una presa que pasaba (creo) por las cercanías del lugar destinado a la gran fiesta, precedida de la correspondiente merienda, llegar con las orejas como si de unos soplillos se tratara, como resultado de las picaduras originadas por los mosquitos.

Eran fechas en que en León, se daba una circunstancia muy codiciada por los chicos, como eran los esperados cursos de verano con afluencia, mayormente, de chicas francesas, las cuales, debido a la ventaja que en materia de amoríos nos sacaban, respecto a lo que aquí se prodigaba, se llevaban de calle a los chicos en detrimento de las chicas de aquí que, aunque estuvieran por encima de las francesas en belleza, no lo estaban en atrevimiento ni libertad que era lo que nosotros, en aquellos años de muchas limitaciones, buscábamos. El chico que ligaba con una extranjera era como si le tocara la lotería, a la espera de cobrar el premio antes que pusieran tierra por medio. Eran otros tiempos en nada comparables a los que estamos viviendo. 

 

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