26/02/2025
 Actualizado a 26/02/2025
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Tranquilo, me pongo al teclado y mientras pienso de que tema escribir los dos mil quinientos caracteres, espacios incluidos, escribo la habitual despedida. Ya sabe: «¡Salud!, y buena semana hagamos…». Como andan las cosas revueltas por aquí, por allá, por acullá e incluso más allá, más que elegir sobre qué escribir, opto por escoger los asuntos de los que no ocuparme. Pero, ah, acaba de entrar un correo electrónico. Conozco al remitente. Tiene su cadencia. No tiene asunto, ni buenos días, ni buenas tardes, ni nada de nada que no sea un enlace a una página virtual. No, nadie tema. No voy a ocuparme hoy del autonómico «ni contigo ni sin ti tienen mis males remedios» entonado por el alcaldísimo de León a la nueva ejecutiva regional del PSOE; ni voy a morder en las irritantes y vergonzantes mentiras dichas por el aún presidente de Valencia, Carlos Mazón; aún menos, comprenderán, lo haré del accidente versus agresión del novio de Ayuso o eje terrestre sobre el que gira el globo terrestre. ¡Plan! ¡Anda, un mensaje de Whatsapp! Idem de lienzo. Me suena el remitente. Lo abro. Como el correo anterior ni hola ni adiós ni nada de nada. Lo mismo. Otro enlace a otra página virtual. No, no voy a plañir por el más que importante y alarmante avance de los neonazis en las elecciones celebradas en Alemania. Incomprensible y tristemente se veía venir y, lo que es peor, se ven crecer sus malas yerbas por doquier. De este a oeste, de norte a sur, sin que esta España de camisa blanca sea excepción, sin que la idílica y unitaria Europa se pueda librar de ellas. ¿Qué me queda? Podría arremeter contra la reciente y gran alianza de los grandes mercaderes del mundo, los Trump-Putin, pero es extenso el tema, acabaría pasando por China y África. Nadie se alarme. ¡Ay! ¿Quién me habrá escrito por el Messenger? ¡Ah sí! ¿Qué me dirá? Nada de nada, ni un adiós ni un hola, otro nuevo enlace a otra página virtual.

Mas mire por donde estos descorteses remitentes y, a la sazón, prolíficos escritores me han resuelto el asunto de llegar hoy a los dos mil quinientos caracteres. Tanto costará ya que me envían sus cosas con intención de que yo las lea, darme los buenos días o un sencillo hola o un hortera espero que te guste, un ya me dirás y un hasta luego o un adiós. Comprendo que no me pregunten qué tal estoy porque teman que se lo cuente, pero...

Al final, artículo trampa, clavado a los dos mil quinientos. A ver si los publicistas remitentes lo leen.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.

 

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