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Atuendos testigos

19/05/2024
 Actualizado a 19/05/2024
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Desde los estertores de la Edad Media en Europa se considera muy mala idea mezclar religión y política. Sin embargo, del riesgo de mezclar religión y vestimenta poco se ha tratado para lo evidente del vínculo y las chaquetadas que podemos sacarle. 

El atuendo nos dignifica o nos despoja de dignidad aunque jamás lo haga automáticamente sino previa interpretación de sus códigos, como pasa con el arte por lo alto y el código de circulación por lo bajo. Además nos marca y nos diferencia. Y cuando hablamos de gente de religión, sean ministros de dios o feligreses, el vestido dice más si cabe. Los judíos ortodoxos resultan hostiles con sus sombreros “shtreimel” y las camisas abotonadas hasta arriba. Los cardenales vaticanos con el alzacuellos y el capelo rojo atufan a distantes. Y el hermetismo al que se tienen que someter las musulmanas que viven en sociedades radicales burka mediante resulta patente. 

Entre los que se verían amistosos están los mormones, que calzados de cómodos Clarks o resistentes Dr. Martens lucen siempre preparados para aguantar sufridamente largas horas de largas temporadas de misión evangelizadora y abstinente. Las monjas católicas, aunque no lleven hábito ni velo, son claramente identificables porque sus faldas o pantalones y blusas grises, azules o verdes desvaídos muy limpios y planchados invitan a la conciliación. Y están los formalitos Testigos de Jehová, quienes podrían escapar del radar del crítico textil más avezado pero no escapan del mío porque los llevo viendo años en mi barrio cuando salen de la sala de culto que tienen en un local que da a las vías y he extraído claros patrones. 

Los JW (sus siglas en inglés, que verán utilizadas en la web y otras publicaciones) se distinguen en género masculino por las corbatas servilleta sobre camisas de intratables amarillo, naranja o morado y las americanas con mangas hasta los nudillos y mucho zapato marrón. Las mujeres JW llevan vestidos por debajo de la rodilla con algún estampado y zapatos de tacón medio. Ambos sexos parecen salidos de un telefilme de hace unas décadas. Si quieren comprobarlo solo tienen que fijarse un poco en los puntos más populosos la próxima vez que visiten alguna de las principales capitales de Occidente, donde realizan invariablemente una campaña de captación constante de un tiempo a esta parte.

 

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