Las personas que deciden acudir a terapia psicológica, pueden hacerlo por motivos muy diferentes. Cada paciente tiene unos problemas, unas circunstancias vitales, un contexto y unos antecedentes distintos, por lo que se puede afirmar que, sin lugar a dudas, es completamente imposible que existan dos casos iguales. Por lo tanto, teniendo en cuenta esto, tampoco se llevarán a cabo nunca dos intervenciones de forma exactamente similar, ya que el hecho de tener en consideración las diversas variables propias de cada persona, es algo fundamental dentro del proceso terapéutico. Sin embargo, hay algunos elementos que siempre deben estar presentes en cualquier tratamiento. Y uno de los más importantes, el cual, lamentablemente, en muchas ocasiones infravaloramos, es el autocuidado.
El autocuidado, como su propio nombre indica, engloba todas aquellas actividades que una persona realiza para cuidarse a sí misma, es decir, para contribuir a su bienestar en todos los niveles. Se trata de acciones que se llevan a cabo por y para uno mismo, con el principal objetivo de sentirse mejor. Pueden ser actos muy simples, como dar un paseo, escuchar música alegre o darse un baño relajante. Realizar ejercicio físico, comer alimentos ricos y a la vez saludables, practicar un hobby, ir al cine o al teatro, asistir a un concierto, tomar algo con un amigo, realizar una escapada al campo o a la playa, ir a la peluquería, recibir un masaje o, en general, cualquier actividad que suponga «darse un capricho», son solo algunos ejemplos de lo que se entiende por autocuidado.
Muchas veces, tendemos a pensar que las pequeñas cosas son irrelevantes, cuando la realidad es que pueden llegar a ser enormemente trascendentes. Incorporando, poco a poco, tareas de autocuidado a nuestro día a día, estaremos contribuyendo a una gran mejora de nuestro bienestar y de nuestra calidad de vida, así como a la prevención de los problemas de salud mental. Por tanto, aunque algunas veces pueda dar pereza o pueda parecer inútil invertir una parte de nuestro tiempo en este tipo de actividades, es necesario que pongamos en valor la importancia crucial que estas pueden tener.
Como dije al comienzo de este texto, las pautas de autocuidado deben formar parte de cualquier terapia psicológica. Pero a su vez, la terapia psicológica también puede formar parte del autocuidado. Es decir, que no hace falta tener ningún problema grave para decidir acudir a ella. El simple hecho de querer cuidarnos, de querer sentirnos mejor y de querer mejorar algún aspecto de nuestra vida, es razón suficiente para dar este paso.
Además, es muy importante destacar la poderosa influencia que, en general, el autocuidado ejerce sobre el autoconcepto y sobre la autoestima. Todas estas actividades que realizamos para cuidarnos y para aumentar nuestra sensación de bienestar, sirven también para mejorar la idea que tenemos sobre nosotros mismos y para valorarnos de una manera más positiva, siendo más conscientes de todas nuestras virtudes y cualidades y, en definitiva, queriéndonos más.
Por todo esto, aprovechando que está muy próximo el cambio de año y que ese es un momento en el que todos solemos marcamos nuevos objetivos y propósitos, podría ser una idea muy buena, el hecho de proponernos aumentar la realización de este tipo de tareas que tan positivas resultan para nosotros a nivel psicológico. De hecho, me atrevería a decir que este objetivo debería ser, sin duda alguna, una de nuestras principales prioridades. Por ello, cuando en los días próximos al 31 de diciembre estemos elaborando, ya sea mentalmente o de forma escrita, esa tradicional lista de propósitos, estaría muy bien que no nos olvidásemos de la enorme importancia que las pequeñas cosas pueden tener en relación con nuestra salud mental, con nuestra calidad de vida, con nuestro bienestar y, a fin de cuentas, con nuestra felicidad.