01/07/2024
 Actualizado a 01/07/2024
Guardar

Como cada año, al llegar el verano, este cronista sueña con volver al pueblo, y para pertrecharse, relee el afamado libro de Antonio de Guevara: «Menos precio de corte y alabanza de aldea» ¡Por si acaso! ¿Por si acaso, qué? Por si acaso ha olvidado algún detalle que la haga caer en alguna de las miles de trampas que hacer de la estancia en el pueblo (después de tantos años cortesanos) una ocasión propicia para hombres «amodorriados y embobescidos» como bien los llama el clásico.

Una de ellas, en las que cayó en la edad adulta, era sacar a bailar a alguna moza que él creía amurniada en una esquina del casino, triste y solitaria, y recibía un no tan contundente que lo dejaba estupefacto, pensativo, y amargado, en la creencia que su madurez, que él creía brillate, era ya un amago de desastre. Hasta que le pidió consejo a un poeta joven con el que mantenía una amistad sincera (cosa rara entre poetas) y éste le vino a educar de esta guisa: Es que nosabes pedírselo; hay que decirle: ¿Bailas, guapa? Y, si te contesta que no, le añades: Entonces, de lo otro ya, ni hablamos...

Y es que lo que a los que no se admite jamás en la «ruralidad» es a los curiosos. Y menos si son forasteros. ¿A ti qué te importa si bailo o no bailo, si tengo novio o no lo tengo, si me gustan peludos o calvos? Homero, y Ovidio, escriben que «a ninguno se ha visto nunca castigado en el más allá tanto como a los curiosos» Y Platón y Dionisio de Siracusa dicen que «el hombre que es curioso de saber vidas ajenas, más amigo es de de su enemigo que lo es de sí mismo». Por eso, las preguntas a una mujer las carga el diablo. Y se da e caso de que en Valladolid, haciendo la mili, solíamos matizar muy bien nuestro lenguaje cuando pasaba alguna moza y tratábamos de «florearla». ¿Hay va la más bonita» le soltábamos. Y nos contestaba sin mirarnos: ¡A mí como si te meas, güaje!

Ahora, cuando volver al pueblo debería seguir el curso de lo razonable, que como dice Guevara de su libro, se hace «para alcanzar la libertad individual reencontrándose con uno mismo en la naturaleza» no conviene distraerse y olvidar que, gracias a los medios de comunicación de hoy día, y el mayor intercambio existente entre corte y aldea, es muy fácil disimular los escasos motivos de roce entre ambas partes. Por ejemplo, venirse arriba y preguntar a «bocajarro» ¿Bailas moza, me cago en nadie?

Lo más leído