25/02/2020
 Actualizado a 25/02/2020
Guardar
El pasado 16 de febrero una multitud de banderas, regalaron color a las grises calles, sacudiendo y removiendo el aire, levantando las humedades de los rincones perdidos en las vacías avenidas. A diferencia de cualquier domingo, donde los transeúntes solo pasean y apuestan fuerte por el que nunca pasa nada, ni siquiera por volver la mirada hacia atrás. Este 16 de febrero, ha sido atípico en nuestra reciente historia, a miles de paisanas y paisanos se les revolvió la frustración y haciendo uso de su rebeldía escondida en la más inútil resignación, agitaron el enfado y elevaron al cielo tus banderas. No sé si todas las tuyas Miguel, pero banderas que no esperaron al mes de abril, tampoco tú querías esperar. Te adelantaste un rato, quizás desconcertado por el cambio climático que confunde invierno con primavera. Si Miguel, te fuiste con la imagen de los almendros florecidos antes de tiempo y los brotes palpitando en sus ramas como los capullos que nacen en tus jardines metafóricos. Como tu canción «…trepaste balcones, subiste a tejados, izaste banderas, amabas abril…», nos has dejado con el alboroto en la sangre que hierve el descontento y la rabia, al final supiste controlar los tiempos y eso solo tú lo sabes.

Hoy las banderas salen a orearse de la naftalina, quisiste quedarte para encabezar, como dice Julio Llamazares la revuelta de los olvidados. Ya el viento te lleva por toda nuestra tierra de despropósitos y vacíos, aguanta fuerte el timón para no encallar en la tierra del olvido. Sabes muy bien Miguel, que no hay mejor cosa que equilibrar y repartir la riqueza entre los pueblos, así las oportunidades serán las mismas para todas y todos. El pueblo con su cultura y su identidad debe ser libre en derechos y libertades, si esto no ocurre, seguiremos presos bajo el yugo del centralismo prieto.

Hasta siempre compañero Miguel, camarada Escanciano, hasta siempre amigo y perdona por el atrevimiento.
Lo más leído