Imagen Juan María García Campal

Berenjenal plañidero

19/02/2025
 Actualizado a 19/02/2025
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La verdad es que hasta hoy martes, día en que escribo, y con respecto al tema sobre el que, al final, lo hago, la manifestación –coincidencia o convención de manifestaciones– del pasado domingo en León, tenía pensado, si no hacer mutis por el foro, sí, al menos, pasar de puntillas, pues no siendo tema para este irredento jacobino cada día más ajeno o distante a y de cualquier idea regionalista, autonomista y, por supuesto, nacionalista, sea esta última del nivel territorial que sea, a qué meterme en tal berenjenal cuando ya hace tiempo que banderas e ideas identitarias no me dicen nada de nada, no me producen ninguna emoción –«alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática» que fija la RAE en su diccionario–. Vamos, que como en lo religioso, también en lo político he ido descreyendo de fes grupales o sectarias, toda vez que ya trabajo me sobra –y más visto lo visto– con el mantenimiento de los propios principios y convicciones no siempre fielmente reflejadas por el quehacer de quienes, de manera sectaria o partidista, se atribuyen su representación. De ahí que, en política, los amenes, puntuales; que, por salubridad personal y pública, mejor son más «vade retro» a diestra y siniestra que ejemplos y ocasiones sobran. Y así, heme aquí en un proceso sin fin, ora de construcción, ora de deconstrucción que ya incluso dudo si es un sinvivir o un largo y vivificante congreso unitario de mí mismo y mis disidencias.

Me permitirá por tanto el amplio abanico, tanto en lo numérico como en lo político y sindical, de manifestantes que yo hoy manifieste mi incomprensión del acto plañidero representado el domingo. Porque si bien no discuto el denunciado robo de pasados y presentes –y este sí que merece el adjetivo «histórico»– concordarán conmigo que el tal no es nuevo. O no es la historia toda, desde que el mundo es mundo, la de un robo de unos a otros, la historia de una esquilmación de los recursos y fuerzas de trabajo de unos por otros. ¿De alguno de los sindicatos, partidos y organizaciones participantes ha escuchado alguien la mínima autocrítica, el mínimo «mea culpa»? ¿A quién se acusa del cierto robo entonces? ¿A los que iban más adelante, a los que venían detrás? ¿O era a los dioses? Pero si estaban todos, gobernantes aquí, oposición allá y viceversa; si sólo faltaba García-Gallardo, montado a caballo, representando a la internacional retrógrada. ¡Qué berenjenal plañidero! ¡Se aclaren, por favor! 

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.

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