Este es el tiempo de la berrea. Cuando los ciervos machos llenan el bosque de bramidos destinados a proclamar a los cuatro vientos su potencia vital por si a las hembras que lo oyen les apetece acudir a aparearse para calmar sus ardores, y a los machos ‘de pilila pequeña’ mantenerse a distancia sin disputar el dominio sexual de los ‘berreadores’.
Sería muy fácil establecer comparaciones. Y más en estos momentos en los que los medios proporcionan fotografías de uno de los más potentes machos reales de los últimos tiempos. Pero ya sabemos que ‘borbonear’ es un verbo muy conocido en nuestra historia. Nada de particular. Lo malo es a ver como lo cuenta ahora él en sus memorias, cuyo anunciado título (‘Reconciliación’) parece un buen síntoma de que, al menos, está dispuesto a que no corra la sangre.
La berrea en la ciudad se reduce a las ‘cantaderas’, los carros engalanados, y las ferias de la morcilla y la cebolla y el pimiento morrón. De todas ellas la más entroncada con la berrea será la primera, llamada «el tributo de las cien doncellas» que conmemora el fin del tributo de León al moro de turno que aquel sí que era un solemne berreador. Solo que en vez de salir al bosque, ‘esberrizaba’ desde su palacio en suelo andaluz. ¿Se imaginan? Cada año rebuscando cien doncellas leonesas para enviarlas como esclavas sexuales a quien en nombre de Alhá reclamaba su cuota de poder sobre el Dios de los cristianos. Y luego dicen algunos que no existe Dios. Anda que no. Y unos cuantos que hay. Para dar y regalar. Aunque ninguno sobre, de verdad.
A los leoneses lo que nos sobra hoy es Castilla, como cantan ‘Los Gandules’ en ‘Come y calle’. Pero eso es otro cantar. Ahora lo que toca es ver si Chema Sarmiento, el cineasta berciano de ‘El Filandón’ consigue reunir fondos para grabar su ‘Divino tesoro’ contado sus peripecias juveniles en el convento de Frailes de Las Caldas de Besaya, en Santander. Aquellas, las de los jóvenes seminaristas, gremio al que tantos y tantos jóvenes leoneses (incluido el cronista) se enorgullecen de pertenecer.
«Me están robando mi propia historia» declara el rey emérito, cuando anuncia la próxima publicación de sus memorias, coincidiendo con unas fotografías en las que se le ve morreándose con Bárbara Rey. Claro. ¿Y a quién no? Lo malo es que a muchos de nosotros nos la robaron desde ya antes de nacer. Al menos a Su Excelencia la vida la permitió vivirla, aunque fuera «a su manera» como dice la canción. ‘Berreé a mi manera’ podría ser el título.